Todo lo que se dice sobre Anthony Edwards es verdad. No pasa seguido. Hemos escuchado muchas veces decir que ese jugador, o aquel otro, podía ser el nuevo Michael Jordan. El heredero de Kobe Bryant.
Edwards tiene 22 años.
Parece ser el elegido. Va muy en serio.
Hay algo común con esas leyendas. Por supuesto, el talento es el principio. Pero la clave no está ahí.
Edwards es feroz. No le da lo mismo: le molesta muchísimo perder. Lo expresó al final del Juego 5.
Y supo qué debía hacer para evitar la eliminación.
Con el balón al piso, Ant es demasiado veloz. En el aire, vuela. Tiene carácter. No se esconde. La pide, le habla a sus compañeros, desafía a sus rivales. Eso contagia y empuja.
Lo sabemos: los jugadores se destacan en serie regular, pero las estrellas lo hacen en playoffs.
La cosa hoy para Ant va más allá de los 27 puntos. Se levantó de una caída que hubiese mandado a la mayoría al vestuario. Pararse y jugar fue un mensaje.
Edwards lidera. En el banco, apuntalando a sus compañeros.
En la cancha, asumiendo responsabilidades.
Los Timberwolves arruinaron a los Nuggets en defensa. Recuperaron la intensidad del Juego 2. Presionaron fuerte a Jamal Murray, y cuando controlan la cabeza de la serpiente, el campeón lo siente.
Los atrapes a Nikola Jokic fueron más intensos y veloces.
Esa rotación defensiva enredó a Denver, provocó enojo y finalmente frustración. 7-36 en T3 no está ni cerca de ser digno para un equipo que aspira a repetir un título.
Minnesota, además, ganó la batalla rebotera 62-43.
La segunda unidad se impuso 36-9.
La diferencia entre ganar y perder, a veces, son ajustes tácticos basados en una estrategia. Y a veces, más allá de un plan específico, son las ganas de ganar.
El camino del corazón. El entusiasmo. La voluntad.
En eso, hoy los Wolves fueron definitivamente más.
Y entonces, las dos palabras maravillosas que tenemos en este deporte: séptimo juego. Será el domingo. En Denver. No tendrá nada que ver con este lapidario 115-70.
Será una historia distinta. Cambiante. Impredecible.
Como sucedió a lo largo de la serie.
¿Será el despegue definitivo de Edwards? ¿La recuperación de Jokic? Creemos haber visto todo. Lo mejor, una vez más, está por venir.
48 minutos por un lugar en la Final del Oeste.
No hay mañana: estos son los playoffs de la NBA.
El momento que separa hombres de leyendas.