«Es como si hubiésemos ganado un campeonato», le dijo Anthony Gill a The Washington Post. Ni el fanático más optimista de los Washington Bullets no lo esperaba. El rival, Boston Celtics, había llegado a esa noche tras ganar los últimos 48 partidos como local -en ese entonces la mayor racha en esa condición- entre la temporada anterior y esa de 1986-87. El conjunto capitalino había perdido los últimos siete encuentros como visitante. Pero el equipo lo logró con un 117-109 en la noche del 3 de diciembre de 1986.
La racha incluyó 45 partidos en el Boston Garden y otros tres en el Civic Center de Hartford, Connecticut. Inclusive la misma inició lejos de la ciudad natal de los Celtics, con un 114-110 a los Atlanta Hawks en la noche del 10 de diciembre de 1985. Habían vencido a cada uno de los equipos del oeste en la 85-86 y llevaban un 6-0 en la nueva campaña hasta la sorpresa de los Bullets.
El trámite del partido todavía le dio un valor mayor al triunfo. Boston llegó al último cuarto en ventaja con un 86-81 y tuvo a un Larry Bird (29 puntos, 10 rebotes y siete asistencias) muy enchufado. Sin embargo, con paciencia y de la mano de Jeff Malone (36), el equipo de Kevin Loughery le encontró la vuelta al partido.
Washington lo ganó por sacrificio defensivo y gracias a un letal Ennis Whatley en los contraataques. El legendario Moses Malone (20 puntos, 12 rebotes, cuatro tapas, tres robos y dos asistencias) marcó en un altísimo nivel a Robert Parish (16) y negó el goleo interior en los momentos claves. A la par, Whatley fue letal en la defensa en primera línea. Forjó cinco robos al leer líneas de pase para luego concretar 10 de las 26 asistencias del equipo en la noche. Los dos Malone y Dan Roundfield (22), desde el banco, fueron los mayores beneficiados.
Un parcial de 36-23 en los últimos doce minutos permitió la remontada. «Lo ganamos por nuestra defensa. Tuvimos siete u ocho robos en el último cuarto y tiramos para un 67% de campo. Esas son el tipo de cosas que necesitás para vencer a Boston», marcó el entrenador Loughery post-partido. Igualmente, añadió sobre la victoria en ese contexto: «Será uno de los grandes misterios de la NBA».
No estuvo errado, Boston ganó tres de los siguientes cuatro cruces entre sí en esa temporada y se alzó con el título tras un 4-2 a los Houston Rockets en las finales. Pero la alegría de sentirse campeones por una noche no se la pudo quitar nadie a los Bullets.