Draymond Green, alero de Golden State Warriors, fue suspendido de manera indefinida por la NBA. Todos, fanáticos y detractores, esperaban que la Liga, con el comisionado Adam Silver a la cabeza y el vicepresidente ejecutivo Joe Dumars como ladero armado de la ley, llevaran adelante una sanción ejemplificadora.
Pero esta vez, la Liga ha decidido que las cosas serán diferentes. Quieren que Green se arrepienta de una vez de sus actos. Necesitan decidir por los Warriors, porque muchos se han disculpado por él pero resulta a todas luces insuficiente.
Entendámoslo un poco mejor. Green dijo que la trompada descalificadora que le dio a Jusuf Nurkic, centro de Phoenix Suns, el martes por la noche, había sido “un accidente” y lo atribuyó a la “mala suerte”. ¿Arrepentimiento? ¿Mea culpa? Bien, gracias.
Draymond has been ejected after flagrant foul on Nurkić pic.twitter.com/RmrLU5tdw8
— Bleacher Report (@BleacherReport) December 13, 2023
Green sumó su tercera expulsión en 15 partidos. Bocón, problemático e incorregible, superó el millón y medio de dólares de multas desde su llegada a la NBA allá por 2012. Previo a este papelón con Nurkic, Green había sido suspendido por tomar del cuello a Rudy Gobert en una acción que más que básquetbol pareció de lucha libre.
“No vivo mi vida con arrepentimientos”, dijo cuando lo suspendieron cinco partidos por esta acción sobre el centro francés. “La realidad es que la lección que la gente cree que necesitas nunca es la correcta porque no saben nada sobre ti”, señaló el 26 de noviembre tras su primera suspensión de la temporada.
Y Nurkic, quien ni siquiera pudo anticipar ese golpe artero del alero de los Warriors, recibió una disculpa tan forzada y tibia que no significó nada para nadie.
Son muchísimos los escándalos de Green en los últimos tiempos. Es algo que la NBA ha tomado casi como una gracia, un rol de villano que parece sentarle cómodo a la gran mayoría. Pero se les está yendo de las manos. “Tenía que poner el pie en algún lado”, dijo tras pisarle el pecho a Domantas Sabonis en los playoffs pasados.
Fragmento subtitulado de la conferencia de prensa de Draymond Green post expulsión. Dice no haber tenido intención de pegarle a Jusuf Nurkic y se disculpa por lo hecho “mientras estaba vendiendo una falta”. pic.twitter.com/jbmhgB0X7m
— Ritmo NBA (@RitmoNba) December 13, 2023
Green sigue adelante como si nada. Bob Myers, gerente general, y Steve Kerr, entrenador, han salido a disculparse por él infinita cantidad de veces. Todavía recordamos el puñetazo de Green a Jordan Poole en la pretemporada que no recibió sanción ni de la Liga ni de los Warriors. Difícil que alguien aprenda algo de esta manera.
Golden State “premió” a Green con un contrato de 100 millones de dólares en el mes de julio. Es que una cosa no quita la otra: para ganar, los Warriors necesitan a Green. Pero sus recursos han cruzado una línea que no se sabe si tendrá retorno.
Darle una suspensión indefinida es, quizás, el último recurso de la Liga para buscar un aprendizaje genuino. Corregir antes del final de su carrera, que internalice por primera vez lo que ocurre y cambie. Nadie podrá quitarle sus cuatro campeonatos, ni sus cuatro apariciones All-Star, ni su premio a Jugador Defensivo del año en 2017, pero modificar su comportamiento y revisar de manera definitiva su conducta, le permitirá un legado más saludable en el epílogo de su carrera.
Necesita, de una buena vez, que su coro de seguidores deje de festejarle las tonterías. Quiera o no, le guste o no le guste, el Rey está desnudo. No se trata de cubrirlo, sino de ayudarlo.
Green necesita defender, de una buena vez, al rival más peligroso de todos: él mismo.
No hay mañana.