Red Holzman fue, en pocas palabras, un inmortal de los New York Knicks. Entre su catarata de logros, que van mucho más allá de los fríos números o trofeos, está el hecho de haber sido el entrenador que guió al equipo de la Gran Manzana a alcanzar sus únicos dos títulos de NBA.
Sin embargo, Holzman fue mucho más que un coach célebre y una personalidad destacada en el mejor básquetbol del mundo. Nació el 10 de agosto de 1920 en Manhattan y su legado permanece intacto.
A la fecha de su retiro, en 1982, Holzman era el segundo entrenador más ganador de la historia de la Liga con 53.5% en porcentaje de triunfos. Ganó 696 partidos en serie regular y solo estuvo por detrás de Red Auerbach con 938. De todas maneras, Holzman es una celebridad en la Gran Manzana porque más allá de los dos títulos logrados, conquistó 613 triunfos en la franquicia, por lejos el número uno en comparación con cualquier competidor en el banco neoyorquino.
En 1990 fue retirada una camiseta en su honor y hoy cuelga del techo del Madison Square Garden.
EL ARQUITECTO DE UN EQUIPO EXTRAORDINARIO
Holzman fue la mente que confeccionó dos de los planteles más fantásticos de la historia del juego. Los equipos de campeonato de 1970 y 1973, que tuvieron, en ambas temporadas, a Walt Frazier, Earl Monroe y Dick Barnett en el perímetro, Cazzie Russell, Dave DeBusschere, Bill Bradley y Jerry Lucas como aleros, y Willis Reed como centro.
Estos dos equipos fueron la némesis de los legendarios Lakers de la década de los años ’70, que incluían nombres pesados como Jerry West, Elgin Baylor y Wilt Chamberlain entre otros. Los Knicks los derrotaron dos veces en este lapso de tiempo: la primera, en 1970, en una serie de Finales que alcanzó siete partidos -en este año Holzman fue Entrenador del Año- y la segunda, en 1973, cinco.
Sin embargo, entre estos títulos, más precisamente en 1972, los Knicks perdieron ante Lakers las Finales en cinco juegos. Un clásico de la época que fue un sueño para los amantes del básquetbol.
“No creo que haya algo así como un entrenador genio”, dijo Holzman, inducido al Hall Of Fame de Springfield en 1991, en declaraciones recolectada por The New York Times. “Solo gente que trabaja duro”.
Holzman siempre se caracterizó por su pasión para inculcar los conceptos básicos del juego y el esmero por desarrollar una cultura y una ética de trabajo en equipo muy por encima de la media. “Me preocupé por la defensa y más precisamente por la defensa a presión”, dijo alguna vez. “Y también por el básquetbol de equipo. En ataque, mover la pelota para encontrar al tirador abierto”.
Como jugadro Holzman jugó para los Rochester Royals en los inicios de la NBA y dirigió como coach a Milwaukee Bucks y St. Louis Hawks. Empezó su camino en los Knicks como scout hasta que Ned Irish, presidente de Knicks en 1967, despidió al entrenador de ese entonces Dick McGuire y le dio una oportunidad de dirigir al equipo principal.
Recuerda el periódico New York Times que Holzman no estaba interesado en lo más mínimo. “Me gustaba ser scout”, dijo en ese entonces.
Pero el presidente, por suerte para el mundo del básquetbol, insistió hasta conseguir el objetivo.
“Me di cuenta que si no tomaba el trabajo de entrenador”, recuerda Holzman. “Posiblemente no tendría ningún trabajo en el equipo”.
LA DISCIPLINA COMO PRIMER MÉTODO HACIA EL ÉXITO
Lo primero que hizo Holzman como coach fue multar a los jugadores que llegaron tarde al primer entrenamiento. La suma hoy es simpática -10 dólares cada uno- pero más que el valor de aquella falta fue el principio de una manera de hacer las cosas.
Para algunos, recuerda el New York Times, Holzman era duro. “En sus primeros años, era super autoritario”, recuerda Bradley. “Y yo era uno de sus objetivos de abuso de autoridad. Tenía días enteros sin hablar con él. Pero su manera cambió de manera drástica tras el título de 1970, y se hizo paternal y amable. Jugar al básquetbol terminó siendo mucho más divertido de lo que alguna vez imaginé”.
Sin embargo, Holzman era un personaje tan carismático como polémico con los árbitros. Gritón, protestón, pero agradable a la vista. Incluso llegó a ser extravagante con sus equipos. Señala Ira Berkow del Times una anécdota maravillosa narrada por Bob Pettit, su alero en Milwaukee Hawks, ocurrida en el entretiempo de un partido: “Sacó su billetera y nos enseñó una foto de su hija pequeña. Red dijo: ¿Acaso no es linda? Bueno muchachos, la van a matar si siguen jugando de esta manera. Me van a echar y no le voy a poder dar de comer. Sí, en el segundo tiempo jugamos bastante mejor”.
¿Cuál fue el mérito incomparable de Holzman en Knicks? En primer lugar, ver donde estaban las grietas y conseguir los parches perfectos para que el bote no solo no se hunda, sino que navegue mejor que cualquier competidor de turno. Luego de su primera temporada, fichó a DeBusschere, un atleta elite para jugar en cercanías del aro, alero potente capaz de lanzar con efectividad de larga distancia. Y no fue la única pieza que rompió con lo esperado, porque a DeBusschere se le sumó luego Monroe en el perímetro. ¿Baylor con Monroe? ¿Van a jugar con dos balones? Holzman fue el guía perfecto que hizo que dos talentos magníficos como ellos no sucumban dentro ni fuera de la cancha. El manejo de egos y responsabilidades fue uno de sus grande aciertos con el buzo de entrenador.
HOLZMAN, UN CEREBRO CON GUSTOS DE TODO TIPO
Novelas de detectives, libros de historia, películas viejas. Comer buena comida y beber los elixires más intrigantes. Holzman se vendía como aburrido, humilde al extremo, pero tenía curiosidad innata por la cultura y los placeres de la vida.
Compró una casa en Cedarhust, New York, junto a su esposa, en los años ’50 y vivieron allí toda su vida. En ese hogar criaron a Gail, su único hijo en 55 años de matrimonio.
Un hombre simple, lejos de las luces de las grandes estrellas. “¿Qué tiene de malo blanco y negro?”, decía cuando le objetaban no tener una televisión a color en el comedor diario. Nueve trajes, todos del mismo color. Toda la ropa la pedía por correo. “Ya saben mi talla”, recuerda el New York Times.
Y se lo recuerda como un filósofo con mucha calle, con muchas frases rebuscadas y creativas tales como: “Nunca dejes que un barbero calvo te corte el pelo”.
RED HOLZMAN, SUS INICIOS, LA MARINA Y LA NBA
Los padres de Holzman eran inmigrantes judíos. Su madre era rumana y su padre ruso. Vivieron en el Lower East Side de Manhattan y se mudaron cuando Red tenía cuatro años a Ocean Hill-Brownsville en Brooklyn. Su padre era un sastre que siempre trató de disuadir a su hijo de sumergirse en el mundo del deporte.
Pero no lo consiguió, porque ‘Roita’, así se decía Red en Yídish, el idioma con el que creció, se erigió en un atleta brillante de Franklin K. Lane School. Tan bueno fue que en 1977, luego del éxito de Red como coach NBA, el estadio de aquella escuela pasó a llamarse William Red Holzman Gymnasium.
Sin tener demasiada estatura (1.78 metros), fue el más alto de su familia. Recibió una beca por básquetbol en Baltimore, pero no aguantó demasiado allí y tras seis meses de angustia en continuado pidió el traslado a City College en New York. Allí se convirtió en un escolta All-America por dos temporadas siendo jugador del célebre entrenador Nat Holman, cuyos mandamientos fueron siempre defensa enérgica, movimiento sin balón y pase al hombre abierto. Esas enseñanzas las tradujo Holzman mucho tiempo después cuando le tocó dirigir a sus equipos.
En 1942, Holzman se alistó en la marina, pero su trabajo consistió en jugar básquetbol contra otros servicios y equipos colegiales. Cosechó una gran amistad con el beisbolista Phil Rizzuto. En una salida de fin de semana, conoció a Selma y contrajo matrimonio.
En la NBA, jugó nueve temporadas con los Royals y fue compañero, entre otros, de estrellas como Bobby Davis y Bobby Wanzer. Fue parte integral del equipo de campeonato que derrotó a los Knicks en 1951 en la mágica serie a siete partidos.
Jugó de manera breve en Milwaukee Hawks y luego se convirtió en entrenador del equipo cuando se mudaron a St. Louis en 1955, etapa en la que estuvo hasta 1956-57. Fue reemplazado en el cargo pese a llevar al equipo a jugar playoffs.
Fue contratado como scout de los Knicks en 1959, movida llevada a cabo por su amigo Fuzzy Levane, y luego dirigió a los Knicks. En la era anterior a los medios masivos de comunicación, Holzman viajó a lo largo y ancho de Estados Unidos buscando prospectos elite para sus equipos. Y en esa búsqueda constante llegaron talentos, rememora el Times, como Reed y Frazier.
El epílogo de la carrera de Holzman comenzó cuando se convirtió en manager general. Luego de las recurrentes lesiones y achaques de la edad, sus equipos de fantasía perdieron brillo. Y Holzman fue removido del cargo en 1977, y reemplazado por Reed, luego de fallar dos veces consecutivas en la misión de arribar a la postemporada. Volvió como coach luego de la temporada 1981-82, pero ya con 62 años y siendo el entrenador más longevo de la NBA, no pudo volver a ser exitoso.
Luego de su última experiencia en el banco de suplentes se quedó, en la franquicia, como consultor.
Red falleció el 15 de noviembre de 1998 a los 78 años de edad. Inteligente, perspicaz, metódico, rígido y con capacidad de liderazgo. Todo eso fue Holzman para el básquetbol.
Una leyenda que permanece intacta al paso de los años en el cielo impoluto del Madison Square Garden.