El invierno se acercaba a Springfield, Massachussets, y James Naismith enfrentaba el mismo dilema de todos los años. El frío obligaba al profesor de educación física a encerrarse en el gimnasio de la YMCA (Asociación Cristiana de Jóvenes) para dar sus clases. Se enfrentaba a un escenario poco alentador: alumnos adolescentes hartos de hacer las mismas actividades de siempre. El aburrimiento de la rutina combinado con las bajas temperaturas arrojaba la imperiosa necesidad de moverse. De ahí, sin justificaciones válidas pero con argumentos implícitos, las travesuras.
El profesor necesitaba una chispa, algo diferente a los ejercicios de todos los años. Podía observarse el humo que salía de su cabeza en el afán de dar con esa actividad diferente. Le daba vueltas, construía opciones pero las desechaba. Tenía que tener reglas claras, simples, ser divertido y a la vez ofrecer un escenario con múltiples posibilidades.
Quizás en uno de sus cotidianos almuerzos se quedó embobado mirando una cesta. Se alejó de la charla que estaba teniendo quién sabe con quién y se acercó. La contempló, se la devoraba con la mirada. La midió desde los costados y, sobre todo, desde arriba. Quedó maravillado con su diámetro. «¡Eureka!», exclamó para sus adentros mientras el resto del comedor de la YMCA lo miraba y no sabía si había terminado de freír su cerebro. Tal vez por darle tantas vueltas al asunto, vaya uno a saber.
LA HISTORIA DETRÁS DEL PRIMER PARTIDO
Llegó la hora de la verdad. James Naismith tenía 18 alumnos en el gimnasio de la YMCA. Su grupo de alumnos miraba incrédulo al profesor porque portaba materiales un tanto llamativos. Dos cestas de duraznos con sus bases cortadas y una pelota de fútbol. Colocó los elementos sobre los balcones que rodeaban al piso principal del gimnasio.
Sin perder la calma, aunque con la prisa necesaria para perder la atención de sus estudiantes, Naismith explicó las reglas básicas. Dos equipos de nueve jugadores con el objetivo de anotar en la cesta del rival. Podían pasarse la pelota con las manos, pero no se podían mover cuanto la tenían atrapada. Como en toda novedad, hubo resistencia y necesidad de convencimiento. Finalmente, el grupo cedió.
El primer partido fue el 21 de diciembre de 1891. Aquel encuentro que cambió la historia del deporte fue… un total desastre. Naimith habló en 1939 sobre lo sucedido a la WOR, uno de los medios deportivos principales de Nueva York: «Los chicos se empezaron a patear, tacklear y golpear en la costillas. Acabaron en una batalla campal de todos contra todos en el medio del gimnasio que no podía separar (…). Después del primer partido, tenía miedo que se maten». A lo que añadió: «Hubo uno que se desmayó. Varios terminaron con ojos morados y otro se dislocó un hombro».
Tras una locura en aquel encuentro, el básquetbol había visto su origen y fin en la cabeza de Naismith. Su carrera como profesor de educación física corría riesgo a sus 31 años. No podía darse el lujo de volverse a exponer a semejante escándalo.
Sin embargo, la perspectiva fue otra para los alumnos. A la siguiente clase le pidieron volver a jugar al básquetbol. El profesor se resistió, lo veía como una excusa para un nuevo espectáculo violento. Pero la insistencia siguió en cada sesión y James Naismith cedió, aunque con una marcada excepción: un reglamento.
LAS 13 REGLAS
El básquetbol tuvo su primer reglamento para su segundo partido. La meta pasaba por reducir al máximo la fricción entre los alumnos para evitar un nuevo e interminable altercado.
Luego, fue el mismo James Naismith quien publicó las 13 reglas del juego en el diario escolar The Triangle en la edición lanzada el 15 de diciembre de 1892. Un año más tarde de aquel primer juego el reglamento incluía:
1) El balón se puede lanzar en cualquier dirección, con una o con dos manos.
2) El balón puede ser golpeado en cualquier dirección, con una o dos manos (nunca con el puño).
3) Un jugador no puede correr con el balón. Debe lanzar el balón desde el lugar en el que la tome. En el caso de que un jugador capture la pelota mientras corre, apenas la tome deberá intentar detenerse.
4) El balón debe llevarse en las manos o entre ellas. Los brazos o el cuerpo no deben usarse para sostenerlo.
5) No se permite cargar con el hombro, agarrar, empujar, hacer zancadillas o golpear de forma alguna al oponente. La primera infracción de esta regla por parte de cualquier jugador se considerará una falta; la segunda lo descalificará hasta que se consiga la siguiente canasta o, en el caso de que la intención de lesionar fuera clara, se le expulsará durante todo el partido, sin que pueda ser sustituido.
6) Es una falta golpear el balón con el puño, la violación de las reglas 3 ó 4 y lo descrito en la nº 5.
7) Si cualquiera de los equipos realiza tres faltas consecutivas, se contabilizará una canasta para el equipo oponente (consecutivas significa que durante ese lapso el rival no haya cometido ninguna falta).
8) Se contará canasta cuando el balón sea lanzado o golpeado desde el suelo hasta el aro y se quede en él, siempre que los defensores no toquen el balón o dificulten la canasta. Si el balón se queda en el borde de la cesta sin entrar y el oponente mueve la canasta, se contará como punto.
9) Cuando el balón salga fuera, la primera persona que lo toque lo lanzará al campo de juego. En caso de una disputa o discusión, el árbitro lo lanzará directamente al campo. El que saca tiene cinco segundos para hacerlo; si retiene el balón por más tiempo, el balón pasará al equipo oponente. Si cualquiera de los equipos persiste en retrasar el juego, el árbitro señalará contra ese equipo.
10) El árbitro auxiliar será el juez de los hombres, anotará las faltas y avisará al árbitro principal cuando existan tres faltas seguidas. Él tendrá la autoridad de descalificar a los jugadores según lo que establece la regla número 5.
11) El árbitro principal juzgará lo referido al balón y deberá decidir cuando está en juego o ha salido de la cancha, a qué equipo pertenece, además de llevar el control del tiempo. Decidirá cuándo se han marcado puntos y contabilizará las canastas, además de cualquier otro tipo de tarea que sea usualmente desempeñada por un árbitro auxiliar.
12) El tiempo se distribuirá en dos mitades de quince minutos, con un descanso de 5 minutos entre ellas.
13) El equipo que marque más puntos dentro de ese tiempo será declarado el ganador. En caso de empate, si los capitanes así lo acuerdan, el partido continuará hasta que se marque una canasta.
La copia del papel original que contenía las 13 reglas fue subastada en 4.2 millones de dólares en 2010.
LA EXPANSIÓN DEL JUEGO
Aquel artículo de The Triangle despertó un incontenible interés y deseo por el básquetbol. El juego se fue expandiendo a límites insospechados como lugares desconocidos para el mismo James Naismith. Trabajó en la YMCA de Springfield hasta 1985, un año después de casarse, cuando se mudó a Denver junto a su esposa, Maude Sherman.
El canadiense jamás hubiese pensado que su creación lo llevaría a la Universidad de Kansas. La institución lo contrató en 1898 para que trabaje como profesor de educación física y, sobre todo, entrenador de básquetbol. El equipo terminó con una marca de 7-4 en la primera temporada colegial de la historia. Estuvo al frente del elenco hasta 1907, consiguiendo 55 triunfos en 115 presentaciones.
Luego, en 1936, se dio el gusto de ver cómo su creación llegó a los Juegos Olímpicos. El Comité Olímpico Internacional autorizó su inclusión en el programa olímpico de los controvertidos Juegos de Berlín 1936. La National Basketball Association of Coaches juntó el dinero para enviarlo a tierras alemanas, donde repartió medallas para los primeros integrantes del podio. Estados Unidos lo encabezó, siendo acompañada por su amada Canadá y México.
A su vez, durante su estadía en tierras alemanas, Naismith tuvo otro merecido reconocimiento. La FIBA (Federación Internacional de Básquetbol) lo nombró presidente honorario por su aporte indiscutido a la disciplina. Ejerció este cargo hasta su muerte en 1939.
El querido profesor fue autor y partícipe de una pequeña aunque gigantesca parte de la historia del básquetbol. No pudo ver a la NBA, ni cómo el juego cambió con la evolución física de los jugadores. Pero tuvo la maravillosa y alocada idea de generar una actividad atractiva. Dos cestas de duraznos, una pelota de fútbol y la resistencia a un inicio violento. Su perseverancia dio lugar a una pasión incomparable.