A lo largo de la historia hubo varios jugadores de rol que dejaron una huella en la NBA. El paso del tiempo hizo que varios de ellos sean olvidados o pierdan la popularidad que tuvieron durante su época. Algo así sucedió con Kendall Gill. Oriundo de Chicago y orgullo del estado de Illinois (jugó para la Universidad de Illinois), tuvo un período de 15 años en la NBA.
Fue un escolta que también podía oficiar de alero por su capacidad de impactar en ambos costados de la cancha. Promedió 13,4 puntos y 1,6 robos a lo largo de su paso por la competencia. No obstante, tuvo dos campañas en las que promedió un mínimo de 20 tantos y en ocho de ellas tuvo un piso de 1,5 quites por encuentro. Seleccionado en el quinto lugar del Draft de 1990 por los Charlotte Hornets, también vistió las camisetas de Seattle Supersonics (hoy Oklahoma City Thunder), New Jersey Nets, Miami Heat, Minnesota Timberwolves y Chicago Bulls antes de retirarse junto a los Milwaukee Bucks. No fue All-Star, pero jugó 966 partidos y fue titular en 771 de ellos.
Tras pasar tres años en los Hornets y otros dos en los Supersonics, llegó a los Nets en 1995 donde pasó los siguientes seis años de su trayectoria. Allí alcanzó su máximo nivel. La mejor de sus seis campañas fue la de 1996-97 en la que mantuvo medias de 21,8 puntos, 6,1 rebotes, 4,0 asistencias y 1,9 robos por partido. Pese a tener un gran nivel, no pudo acceder a un All-Star que contó con figuras de la talla de Michael Jordan, Scottie Pippen y Allen Iverson representando al este.
Sin embargo, el mayor reconocimiento le llegó en la 1998-99. Una media de 2,7 robos por partido, un total de 134 quites en 50 apariciones, le hizo liderar la competencia en el rubro. Dentro de aquella histórica campaña tuvo una noche que quedó plasmada en los libros de récords de la NBA.
LA NOCHE DE LOS 11 ROBOS DE KENDALL GILL
Era la noche del 3 de abril de 1999. New Jersey, inmerso en una temporada para el olvido, llevaba un récord de 6-24 y recibió a un Miami (19-10) en alza. Contra todo tipo de pronóstico, el dueño de casa festejó por 88-77. Su escolta fue el gran protagonista de la noche.
Kendall Gill cometió 11 robos de balón, la mayor cantidad vista en la historia de la NBA igualando el récord de Larry Kennon con los Spurs en la 1976-77. Atento en las líneas de pase y dueño de una gran potencia físico, anticipó todo el movimiento del rival. A partir de esta intensidad, encontró la vía más fácil para la anotación: el contraataque. Terminó el encuentro con 15 puntos, 11 robos y 10 rebotes.
«Casi robó dos veces más. Si sabía eso (que era el récord), me hubiese esforzado para conseguir algunos más», admitió luego el protagonista. Gill fue el segundo jugador de la historia en registrar un triple-doble con al menos 10 robos, 10 rebotes y 10 puntos en un encuentro uniéndose a Clyde Drexler. No obstante, anteriormente Alvin Robertson había firmado un cuádruple-doble en 1988 con 20 puntos, 11 rebotes, 10 asistencias y 10 robos jugando para los Spurs y ante los Suns.
Más adelante, el ex jugador contó que Walt Frazier, histórico jugador de los New York Knicks, le dio un consejo que lo ayudó a ser un gran ladrón de pelotas. «Me dijo que sea paciente y que no intente robar al comienzo del partido. Sino que espere al final porque los jugadores tiran los mismos pases en situaciones de presión. Entonces podés hacer uno cuando realmente lo necesitás», mencionó al canal de Youtube “Field of 68”.
Volviendo a aquel juego frente al Heat, el jugador registró seis de sus once robos en la segunda mitad y tres de ellos en el último cuarto. Además, cosechó 12 de los 27 puntos de su elenco en el pasaje para finiquitar el 88-77 que finiquitó la victoria.
Tras la histórica noche de Gill, tan sólo tres jugadores firmaron triples decenas con al menos diez quites. Draymond Green (2017) y TJ McConnell (2021) lo lograron aunque ninguno de ellos lo hizo con 10 rebotes. Además, ninguno alcanzó la línea de 11 robos, aunque el de Indiana Pacers firmó nueve en la primera mitad, otro récord NBA.