“Con el 177° pick en el Draft de la NBA de 1977, los New Orleans Jazz seleccionan a… Lusia Harris”. Un movimiento que dejó a todos con la boca abierta. El Jazz dejó un precedente al seleccionar a la primera mujer, una pivote dominante que había tenido todo tipo de coronación hasta ese entonces. Llamativo para todos, aunque no para Harris, quien declinó la oferta.
La trayectoria se hizo conocida mundialmente en el 2022. Coincidente con su fallecimiento a los 66 años, su historia valió un Oscar al mejor cortometraje del año. “The queen of Basketball” (La reina del básquetbol, en español) fue el título del documental dirigido por Ben Proundfoot que dura 22 minutos. Una gran obra multimedia que hizo posible la masificación de su historia.
AMOR ÚNICO
Lusia Mae Harris, a quien luego se conoció mayormente como Lucy Harris, nació el 10 de febrero de 1955 en Minter City, Misisipi. La novena y menor hija de dos aparceros -personas que trabajan la tierra en una finca-. Ella dividió su infancia en tres momentos: la escuela para poder aprender y encontrar ese movimiento social ascendente que tanto deseaba; trabajar la tierra junto a sus padres; y el momento en el que desarrolló su pasión: el básquetbol.
A escondidas de su familia, intentando hacer el menor ruido posible, miraba la NBA en las noches previas a clases. Trasnochaba para poder ver a sus ídolos, de quienes sacó sus primeros movimientos profesionales. Entre las penumbras, con una papa y dos palillos que servían como antena, la caja permitía el desfile de acciones de sus ídolos. Fanática de Oscar Robertson, aunque también con debilidad por Kareem Abdul-Jabbar, Wilt Chamberlain y Bill Russell.
Lucy tenía un apodo en el colegio: «Larga y alta, eso es todo». Una estudiante de 1,91 metros (6,3 pies) que era muy menospreciada por todo aquel que lo rodeaba. No era una estudiante que se destacaba en el aula a pesar de tener promedios válidos para superar las distintas asignaturas que se le presentaban. Tampoco tenía muchas amigas. Pero todo cambiaba cuando pisaba el parqué para jugar al deporte que amaba.
Harris fue una de las figuras más dominantes que tuvo el básquetbol secundario en la historia. Ganó tres títulos, tres premios a la mejor jugadora del país y era la capitana del equipo. El deporte le permitió amigarse con su cuerpo, aprovecharlo al máximo y volverse la mejor pivote que se vio hasta ese entonces. Capaz de ganar debajo del aro con un arsenal de movimientos en el poste. Sabía tirar, defender, tapar lanzamientos rivales, driblear y pasar. El combo completo. Irresistible para cualquier equipo a una temprana edad.
ÍDOLA DE UN PROGRAMA HISTÓRICO
Al finalizar sus estudios pensaba sumarse a Alcorn State University, la primera universidad construida específicamente para negros en Misisipi y en Estados Unidos. Sin embargo, su postura cambió cuando recibió el ofrecimiento de jugar para la Delta State University. Margaret Wade la convenció de sumarse al primer equipo femenino de la Universidad, un programa que tendría su puntapié junto a su llegada en 1973. Un desafío para la entrenadora como para la jugadora.
Lusia Harris tardó en conectar con sus compañeras de equipo. Era la única jugadora negra del plantel en una etapa de muchos prejuicios y discriminación en el país norteamericano. Sin embargo, con el correr de las prácticas, a partir de las distintas dinámicas de los entrenamientos como de los partidos, el elenco se fue uniendo. Un combinado que ganó todos los encuentros salvo el último ante Inmaculata, el instituto que se alzó como campeón por tercera vez consecutiva.
La revancha llegó en la temporada 1974-75. Delta State funcionó a la perfección, lo que le dio la posibilidad de encarar el nuevo cruce ante Inmaculata University de otra manera. Un encuentro muy parejo en el que Harris desplegó su enorme potencial. 32 puntos y 16 rebotes con acciones claves en el último cuarto para encabezar el 90-81. El reinado del combinado católico había finalizado; Delta State se alzó con su primera corona con la pivote como figura.
Esta historia se repitió al año siguiente. Delta State volvió a decir presente en la definición ante Inmaculata. Un nuevo encuentro parejo que acabó en manos de las vigentes campeonas por 69-64. ¿La producción de Harris? Figura con 30 tantos y 18 rebotes. Segundo título y segundo MVP en el tercero de sus cuatro años universitarios.
UN JUEGO OLÍMPICO HISTÓRICO
El COI (Comité Olímpico Internacional) autorizó la adición del básquetbol femenino al programa olímpico para Montreal 1976. Un torneo que contó con la participación de seis países: Estados Unidos, URSS, Bulgaria, Checoslovaquia, Canadá y Japón. Contó con un formato de todos contra todos que tuvo la entrega de las medallas para los tres mejores de la tabla.
El primer partido del certamen fue entre Japón y Estados Unidos en la tarde del 19 de julio de 1976 ante un Centre Étienne Desmarteau abarrotado por la novedad. La selección asiática tuvo la primera posesión del encuentro, pero falló su lanzamiento. Del otro lado, Ann Meyers encontró solita a Lusia Harris, quien anotó un doble cerca del aro. La protagonista de los primeros puntos olímpicos en la competición femenina. Una jornada que acabó con sabor agridulce por el adverso 84-71.
Estados Unidos finalizó en el segundo puesto con una marca de 3-2 y con una mejor diferencia de goleo para evitar que Bulgaria la supere. La URSS ganó cada uno de sus cinco encuentros para hacerse con el primer lugar del grupo. Desde entonces el país norteamericano ganó nueve de los siguientes once oros.
ÚLTIMO AÑO UNIVERSITARIO
Volvió a Delta State University para su último año colegial. Una campaña que volvió a cerrar como toda una grande. Lideró el camino al título, que terminó con un 68-55 sobre Louisiana State University. Ella registró 23 puntos y 16 rebotes en su último juego en este plano.
La trayectoria universitaria finalizó con un total de 2981 puntos (25,9 puntos por encuentro) y 1662 rebotes (14,4 por presentación). Esto sumado a sus tres premios a la mejor jugadora del año y tres convocaciones al elenco All-American, con los mejores representantes deportivos de la esfera universitaria.
EL ‘NO’ A LA NBA
Al finalizar la carrera universitaria, Harris se encontró con el gran problema de toda mujer basquetbolista en esa época. Al no existir la WNBA, no tenía posibilidades de jugar como profesional. Más allá de haber dedicado su vida entera a la actividad, no contaba con un sólo centavo de su trayectoria a pesar de haberlo ganado casi todo. Un bajón que afloró lo que ella reconoció y luego se le diagnosticó como trastorno de bipolaridad.
En el medio de la depresión recibió un llamado. Era un emisario de los New Orleans Jazz que le comunicó que había sido seleccionada. Tenía la posibilidad de jugar contra los mejores del planeta. Pero ella desistió por dos razones. Primero, porque consideró que era un movimiento netamente publicitario que no tenía que ver con su talento. Segundo, porque sintió que su cuerpo no estaba listo para enfrentar a los hombres. Además, para el momento en el que fue convocada a una prueba con el Jazz, estaba embarazada.
Lusia Harris ya estaba decidida a seguir su vida como madre junto a su pareja. Se graduó como profesora de educación física y trabajó como entrenadora. Además, hizo un máster en educación. Coach que inspira admiración y madre ejemplar con cuatro hijos que supieron recibirse para lograr alcanzar sus sueños.
Su muerte llamó la atención de Shaquille O’Neal y Stephen Curry, quien rápidamente se aliaron para realizar el corto. Un premio más para la historia de la mujer que supo ser la mejor del básquetbol femenino. Trayectoria que quedó inmortalizada en el salón de la fama en 1993, haciendo el ingreso con su ídolo de la infancia, Oscar Robertson.