Magic Johnson fue un verdadero dolor de cabeza para sus rivales a lo largo de su carrera. Si bien la altura siempre fue trascendental en el básquetbol, el base de los Lakers brilló en una etapa en la que los hombres altos no tenían la responsabilidad de ser creadores de juego. El ícono angelino asumió el rol de base con sus 2,06 metros, una rareza para la época y la historia. El segundo armador más alto a lo largo de las casi ocho décadas de la NBA, sólo siendo superado por Ben Simmons (2,08 mts).
Dueño de un manejo del cuerpo llamativo como de una visión de juego extraordinaria, fue considerado por varios como el mejor jugador de la historia hasta la llegada de Michael Jordan. Tan sólo Kareem Abdul-Jabbar, quien fue su compañero en sus primeros años en Los Ángeles, puso en discusión esa posición hasta el arribo de su Majestad. Entre Magic y el creador del Skyhook sólo había 13 centímetros. Razón por la cual Johnson jugó de pivote como rookie cuando Abdul-Jabbar se lesionó en el triunfo que permitió el título de los Lakers en 1980.
Magic Johnson fue indiscutiblemente un jugador incontenible para los de posición, razón por la cual obligaba a cambiar los emparejamientos defensivos rivales. El rival debía no sólo asignar un jugador más alto de lo que el puesto de base solicitaba, sino también a uno menos ágil y más torpe. Por esta falta de facilidad para defenderlo, promedió 6,5 tiros libres intentados por juego a lo largo de sus 13 temporadas en la NBA.
A su vez, tiene el hito de ser el jugador con mayor cantidad de tiros libres en una mitad de Playoffs. Sucedió en el segundo juego de las semifinales de conferencia de 1992 entre Los Ángeles Lakers y Golden State Warriors.
LA PRIMERA MITAD IMPARABLE
Aquel 8 de mayo de 1991 volvía a encontrar al Great Western Forum angelino de gala. Tras un 126-115 tres jornadas antes, el dueño de casa se presentó nuevamente ante su gente con el afán de estirar la ventaja.
Johnson fue imparable para el perímetro de Golden State. Tal es así que Mitch Richmond, el base del equipo rival, acabó expulsado con 6 faltas. En el intento de ayudarlo, Chris Mullin (5) y Mario Ellie (4) también tuvieron problemas de faltas. La visita acabó con 36 infracciones cometidas en 48 minutos.
Magic, fiel a su estilo, fue certero con sus penetraciones. Forzó 20 tiros libres en la primera mitad, de los cuales anotó 19. A partir de su actitud agresiva como incisiva se justificó la ventaja de 67-58 al entretiempo. Eso lo perdió en la segunda mitad, cuando apenas cosechó uno en dos intentos para terminar su producción personal con 44 puntos, 11 rebotes y 9 asistencias en 44 minutos.
CANSANCIO Y DERROTA
Ante semejante muestra de dominio por parte de Magic, casi nadie iba a imaginar que la victoria sería para el visitante por 125-124. Golden State igualó la serie a partir de una mejora defensiva en la segunda mitad, aunque también con un guiño por el desgaste del rival.
Los Ángeles ya presentaba un plantel más corto al del Showtime. El elenco de Mike Dunleavy tuvo tanto a Magic como Worthy (23) y Byron Scott (5) por encima de los 40 minutos.
Quizás como una anticipación de su época dorada, el combinado Warrior se impuso a partir del triple. Registró siete aciertos en la noche siendo Chris Mullin (41) el más letal con cuatro aciertos. A su vez, el equipo forzó 15 pérdidas y tan sólo cometió siete para hacer valer su control del balón en el resultado final.
La serie terminó con triunfo con 4-1 para los Lakers, con dos triunfos en Oakland y el restante en Los Ángeles. Tras perder las finales en los dos años anteriores, tuvo su oportunidad de revancha en 1991 tras sortear a Portland Trail Blazers (4-2). No obstante, cayó por 4-1 ante los Chicago Bulls de Jordan, dando lugar al gran dominio del equipo de Illinois en el resto de la década.