A lo largo de su carrera, Michael Jordan jugó 179 partidos de Playoffs, todos ellos con los Chicago Bulls. En la instancia más decisiva de la NBA, no hubo nadie como él. Si bien no fue el máximo campeón -lo es Bill Russell con 11 anillos-, su impacto en el juego fue diferente al resto. Ganó cada una de las seis finales que disputó. Determinante como ninguno, distinguido a base de producciones memorables y un estilo de juego único, se quedó con la pulseada al mejor jugador de la historia.
Su impacto siempre fue significativo. Ya en su segundo año dejó su huella al registrar la mayor producción anotadora en un partido de Playoffs. Jordan encajó 63 puntos en nada más ni nada menos que el TD Garden, la casa de los Celtics. Fue en el segundo partido de la serie ante el equipo que luego sería campeón con nombres del calibre de Larry Bird, Kevin McHale y Dennis Johnson, entre otros.
LA REACCIÓN DE BIRD
«Era Dios disfrazado de Michael Jordan», dijo Larry Bird después de su histórica noche. Su Majestad ya llevaba dos temporadas en la NBA. Pese a ser un jovencito de 22 años, ya era inevitable su posicionamiento entre los mejores de la liga. De hecho, había sido convocado al All-Star en dos ocasiones antes de aquel 20 de abril de 1984. Sin embargo, lo de aquella noche había estado por encima del resto.
Jordan encajó 22 de los 41 tiros de campo que tomó y acertó 19 de sus 21 tiros libres para combinar sus 63 puntos. A su vez, acompañó la máxima labor anotadora en un juego de postemporada con seis asistencias, cinco rebotes y dos robos en 53 minutos. Como bien indica esta última estadística, Boston necesitó de un tiempo suplementario para poder frenar a un Chicago con un escolta indomable. El alargue permitió que el de la Universidad de Carolina del Norte le quite el récord a Elgin Baylor (61). No obstante, favoreció a un dueño de casa que supo aprovechar su mayor cantidad de armas para imponerse por 135-131.
Aquel golpe significó el 2-0 para un equipo de Boston que dos días más tarde finiquitó la serie. Jordan tuvo su ‘peor’ noche en el tercer asalto: 19 tantos, 10 rebotes y nueve asistencias. Sí, en su producción más floja estuvo a tan sólo un pase-gol de un triple-doble. Tuvo un choque memorable en el que mantuvo medias de 43,7 unidades, 6,3 rebotes, 5,3 asistencias, 2,3 robos y 1,3 tapas en 45,0 minutos.
ALGUNOS NÚMERITOS MÁS
Curiosamente, ninguna de las tres producciones anotadoras más altas de Playoffs sirvió para conseguir el triunfo. Jordan no lo pudo hacer con sus 63 puntos ante los Celtics, ni Baylor (61) como Donovan Mitchell (57) pudieron festejar. Pese a este escenario, el 23 de los Bulls comparte el goleo más abultado por individuo en un triunfo. Él sumó 56 puntos en la noche del 26 de abril de 1992 para la victoria sobre el Miami Heat en el tercer juego de la primera ronda. Así, igualó a Wilt Chamberlain, quien también sumó 56 en el 121-104 de Philadelphia Warriors a Syracuse Nationals en la noche del 22 de marzo de 1962.
A su vez, Michael Jordan es el único jugador en la historia de los Playoffs en tener al menos seis juegos de 50 puntos (o más). El más cercano a él es Allen Iverson con tres oportunidades en la que al menos anotó una centena de unidades.