Un solo cuarto de un Michael Jordan padeciente de sinusitis le sirvió para darle a Washington Wizards el triunfo ante Chicago Bulls, la franquicia que lo catapultó a ser leyenda, y para conseguir traspasar la magnífica marca de 30.000 puntos anotados en la NBA.
Corría el 4 de enero del año 2001.
Jordan, seis veces campeón de la NBA con Chicago y para muchos el más grande jugador de todos los tiempos, anotó 19 de sus 29 puntos en el segundo cuarto para darle el triunfo a Washington por 89-83. Fue en ese lapso, con dos tiros libres convertidos con 5.28 por jugarse en el primer tiempo, cuando alcanzó la célebre marca.
Los Wizards casi dilapidan una ventaja de 26 unidades en el marcador, pero finalmente cerraron la noche en casa con una sonrisa de oreja a oreja. Jordan pasó de mito a humano, anotó solo cuatro puntos en el segundo tiempo e incluyó una seguidilla tan negativa como inusual en su carrera, que incluyó dos tiros libres errados y una falta ofensiva que le permitió a los Bulls acercarse a siete puntos de distancia (85-78).


Con 1.54 por jugar, Jordan se recuperó con dos tiros desde la línea de personal y una volcada a dos manos tras un tiro fallado por Ron Mercer, con solo 15 segundos por disputarse en el encuentro. MJ había anotado 51 y 45 puntos en los partidos anteriores, pero ante los Bulls finalizó con 9-24 en TC, 11-13 en tiros libres, siete rebotes y tres asistencias en 38 minutos de acción.
Su Majestad se convirtió en ese entonces en el cuarto jugador en pasar la frontera de las 30.000 unidades convertidas, detrás de Wilt Chamberlain, Karl Malone y, por supuesto, Kareem Abdul-Jabbar.