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Perfiles NBA: Pat Riley, el padrino de la NBA

Pat Riley, el padrino del Miami Heat y de la NBA.
Pat Riley ganó nueve anillos entre su etapa de jugador, asistente técnico, entrenador y presidente de operaciones (FOTOGRAFÍA gentileza El Equipo Deportea).

Una mirada tan profunda como intimidante, una postura que parece imitar a los grandes pensadores de la historia. Así se muestra Pat Riley, una persona exitosa de la NBA que supo alzarse con título en todo rubro. Desde jugador a directivo, uno de los hombres más destacados que vio la liga norteamericana.

Lo más destacado de su carrera se dio al costado de la cancha. Entrenador de los Lakers del showtime; el mejor coach de los Knicks desde los 90s hacia delante; y el gran conductor del Miami Heat. Cada movimiento, tan planificado como preciso, generó que otras leyendas puedan conseguir sus objetivos. Magic Johnson, Kareem Abdul-Jabbar, Dwyane Wade y LeBron James son tan sólo algunos de los testigos de su trayectoria.

UN SUPERTALENTO EN LA UNIVERSIDAD

Pat Riley jugó en los Kentucky Wildcats durante su paso por el básquetbol universitario.
La número 42 de los Kentucky Wildcats fue retirada para honrar a Pat Riley (FOTOGRAFÍA gentileza Kentucky Wildcats).

Pat Riley nació el 20 de marzo de 1945 en Rome, Nueva York. Hijo de Mary Rosalia Ballonga y Leon Riley, un jugador de ligas menores de béisbol que jugó cuatro partidos en la MLB. El contexto inmediatamente lo dirigió a tener un particular interés por el deporte, alternando prácticas de fútbol americano, béisbol y, obviamente, básquetbol.

Ese fue su perfil durante todo su crecimiento. Se destacó principalmente en el básquetbol, primero como jugador de Linton High School en la escuela secundaria y luego en Kentucky Wildcats para la NCAA. Al nivel escolar fue un escolta al que se le caían los puntos de las manos. Sin embargo, lo que más lo destacaba era su visión de juego. Una mente prodigiosa en potencia que fue galardonada correctamente. Mejor jugador del año en la división SEC de la NCAA en 1966 e integrante de los jugadores All-American. 

No obstante fue el único certamen del que no pudo ser campeón. Una derrota 72-65 ante Texas Western en una final recordada por ser la primera definición con cinco jugadores negros titulares en la NCAA. Esta historia inspiró la película Glory Road (2006).

Tras completar sus estudios en 1967, vivió una situación insólita. El 3 de mayo de 1967 fue seleccionado en el Draft por los San Diego Rockets, actuales Houston Rockets. Sin embargo, el 15 de marzo de 1967, fue seleccionado en el Draft de la NFL. La franquicia Dallas Cowboys hizo uso de su 285° selección en la 11° ronda. Más allá que Riley fue tentado de sumarse al deporte de las yardas, se inclinó por la naranja. Esta fue la única disciplina a la que se dedicó en la universidad. De una manera u otra, su futuro estaría en Texas.

EL TRUNCO PASO POR LOS ROCKETS

Pat Riley nunca tuvo lugar real en la rotación de los Rockets (FOTOGRAFÍA gentileza AP).

Riley llegó a San Diego con la intención de volverse el líder de la nueva franquicia de la liga. Su primer año fue aceptable con 7,9 puntos, 2,2 rebotes y 1,7 asistencias en 15,8 minutos por encuentro. El perimetral no estaba en los planes principales del coach Jake McMahon. El equipo ganó apenas 15 juegos en aquella 1967-68.

Si bien los Rockets rindieron mejor en la 1968-69 (37-45), Pat Riley mantuvo un rol similar. Como si fuese poco, el equipo fichó a Bingo Smith pensando en el futuro. El escolta iba a tener el puesto por encima de Riley, lo que molestó al neoyorquino. Mejoró levemente sus números en 18 minutos por encuentro.

La relación estaba totalmente quebrada para el tercer año de su carrera. Tan sólo 36 apariciones en 82 juegos con una media de 12,7 minutos en cada aparición. La franquicia no hizo fuerza para retenerlo al finalizar su contrato de novato. A pesar de esto, tuvo números aceptables para el tiempo en cancha: 5,3 puntos, 2,4 asistencias y 1,6 rebotes.

EL PRIMER PASO POR LOS ÁNGELES

Pat Riley ganó el único título como jugador junto a los Lakers.
Pat Riley jugó cinco temporadas en los Lakers. Ganó el único título de su carrera como jugador en la franquicia angelina (FOTOGRAFÍA gentileza Fadeaway World).

Sin las grandes expectativas pos Draft, Pat Riley se sumó a Los Ángeles Lakers donde se posicionó como un jugador de rol. Era suplente porque el elenco californiano tenía a jugadores de élite como Jerry West, Gail Goodrich y Wilt Chamberlain.

Tras un primer año aceptable, su rol aumentó para la 1971-72 cuando ganó su único título como jugador. El perimetral promedió 5,2 puntos en 16,3 minutos por partido en la postemporada. Fue uno de los dos jugadores dirigidos por Bill Sharman que salía desde el banco constantemente para el combinado angelino. Integró el plantel que coronó un 69-13 en fase regular (la mejor marca de la historia por aquel entonces) con un 4-1 sobre los New York Knicks en las finales.

Fue justamente Sharman quien le alimentó las ganas de ser entrenador. El entrenador no lo tenía entre sus opciones principales por la diferencia de talento, pero sabía que era un jugador que necesitaba por su inteligencia. Comúnmente dialogaba con Riley para conocer su perspectiva de las tácticas pese a siempre tener la última palabra.

A pesar de la buena relación entre ambos, el equipo entró en reconstrucción y nadie estuvo a salvo. Riley dejó de formar parte de los Lakers en el inicio de la 1975-76. Luego de disputar los primeros dos encuentros fue traspasado a los Phoenix Suns a cambio de John Roche y un pick de segunda ronda del Draft de 1976.

EL ÚLTIMO AÑO EN PHOENIX

Aquella temporada junto a la franquicia de Arizona fue su última como jugador. Tenía poco lugar en el equipo de John McLeod, que sólo le hizo disputar los ‘minutos basura’ de los Playoffs. El combinado del oeste llegó a las finales en las que se midió a los Boston Celtics. Pat Riley tuvo tan sólo un sólo minuto en cancha durante la serie. De esta manera, con 4507 juegos disputados entre fase regular y postemporada, anunció su retiro.

DE ANALISTA DE TV A ASISTENTE

Pat Riley consiguió su primer trabajo como asistente de Westhead en los Lakers (FOTOGRAFÍA gentileza Sporting News).

Una vez que Pat Riley dejó de jugar, se sumó a las transmisiones de los Lakers como analista de televisión. Trabajó entre 1977 y 1979 como comentarista, ganándose al público mientras veía al equipo de su íntimo amigo Jerry West. Este último intentaba ganar con Kareem Abdul-Jabbar a la cabeza, pero no pudo sortear la definición de la conferencia. El combinado angelino no pudo sortear a Portland Trail Blazers (1977), ni a Seattle Supersonics (1978 y 1979) durante el lapso.

La 1979-80 arrancó con varios cambios. Jerry West asumió el cargo de scout de los Lakers. Bill Sharman hizo dos movimientos fuertes en aquel entonces. Primero fichó al legendario Magic Johnson con el primer puesto del Draft de 1979. A su vez, el cargo de coach quedó en manos de Jack McKinney, quien tenía a Paul Westhead como asistente. McKinney duró poco porque tras 14 partidos tuvo un accidente a borde de una bicicleta que casi le cuesta la vida. Westphal ascendió al puesto de entrenador y convenció a Sharman para concretar la llegada de Pat Riley como su asistente principal.

La primera temporada de la mini era de Westhead acabó con el título. 60-22 para ingresar a Playoffs y 4-1 sobre Phoenix Suns como Seattle Supersonics para meterse en las finales. Ahí lo esperó Philadelphia 76ers, que intentó competir de la mano de Julius Erving, pero se vio superado por el combinado angelino. Un 4-2 que quedaría grabado a fuego por la lesión de Abdul-Jabbar y la aparición del joven Magic como pivote en el sexto encuentro de la definición. 42 puntos, 15 rebotes y 7 asistencias del base devenido a interno por las circunstancias para comandar el 123-107 que posibilitó el festejo.

Una lesión del base en la 1980-81 imposibilitó el bicampeonato. El conjunto angelino sintió su baja y no estuvo con el esquema de juego aceitado para la postemporada. Magic volvió, pero Houston Rockets, de la mano de un gran Moses Malone, logró el 2-1 que los marginó en la primera ronda.

La 1981-82 tuvo a Paul Westhead en el cargo de entrenador sólo para los primeros once partidos. El equipo estaba 7-4 tras vencer al Utah Jazz, pero un choque entre el coach y Magic por no obedecer unas instrucciones defensivas cambió todo. El entrenador lo criticó en privado por no hacerle caso, dando así a una situación insostenible. Jerry Buss lo despidió al regreso del viaje a Salt Lake City.

UN PRIMER DÍA INCÓMODO

Jerry West trabajó como asistente de Pat Riley en la 1981-82.
Jerry West, Pat Riley, y la histórica conferencia de Jerry Buss (FOTOGRAFÍA gentileza Sports Ilustrated).

Al igual que McKinney, Westhead fue reemplazado por Pat Riley. Esto lo dio a conocer el mismo Jerry Buss en una conferencia de prensa que fue incómoda.

Tras el despido de Westhead, el dueño quería que Jerry West, por aquel entonces gerente general de la franquicia, vuelva al cargo de entrenador. West declinó bajar de posición, dándole su total apoyo a Riley, quien estaba capacitado para la posición.

A la hora de hacer el anuncio, Buss contrató que el sucesor de Westhead sería… Jerry West. El gerente general había aceptado la condición de trabajar de manera interina como su asistente para ayudarlo a acomodarse al nuevo puesto. Tras el anuncio de Buss, Riley intercedió y dijo: «Hubo un error. Seré el entrenador de los Lakers». Su declaración rápidamente llamó la atención de todos ya que nadie sabía quién sería el coach.

El escenario llevo a que el mismo West hable:: «Estoy feliz de anunciar que trabajaré con Pat (Riley)». Un periodista le preguntó si sería que trabajase con o para Pat Riley. «Un poco de ambas, trabajaré con y para Pat. Mi responsabilidad es que se sienta cómodo en el puesto de entrenador. Haré lo que sea para ayudarlo. Esperemos que esta situación no se prolongue», respondió el logo para terminar de dilucidar quién ocuparía el cargo.

EL SHOWTIME TAMBIÉN INCLUYÓ DEFENSA

Pat Riley junto a Kareem Abdul-Jabbar y Magic Johnson en los Lakers.
Pat Riley fue el conductor de los Lakers en los dorados años 80s (FOTOGRAFÍA gentileza Sporting News).

La presencia de Jerry West como coordinador ofensivo le permitió a Pat Riley encargarse del punto que él consideraba que había que mejorar: la defensa. «Es sencillo. Sin rebotes no hay anillos» -“It’s simple. No rebounds, no rings”- era la frase de cabecera del entrenador. Quería a un equipo dispuesto a mejorar en el costado defensivo para que luego pueda capitalizar su gran talento ofensivo. El tridente de Johnson, Cooper y Abdul-Jabbar acompañó la idea del nuevo coach.

El equipo se sacrificó, lo que dio lugar a que Riley pueda dar paso al Showtime. Un equipo que basaba su trabajo en defensa para luego anotar de contraataque. Todo esto sumado a la capacidad de Magic Johnson y Michael Cooper para poder pasar la pelota. No fue casualidad que termine la fase regular como segundo en rebotes totales (3763); y primero en asistencias (2356) con casi 100 pases-gol más que el segundo, Denver Nuggets (2272).

El ‘Run-and-gun’ de los Lakers marcó la temporada 1981-82. El equipo ganó 57 partidos en la fase regular para ser el mejor de la conferencia del oeste. Reafirmó esta posición en los Playoffs al llegar a las finales sin perder un sólo partido: 4-0 a Suns y Spurs.

Philadelphia 76ers, con Julius Erving a la cabeza, fue el único en el camino de los Lakers al título. El perimetral encabezó los triunfos en el segundo y el quinto punto de la serie, pero no tuvo chances reales de ser campeón. La franquicia angelina desplegó su gran juego colectivo para dominar e imponerse por 4-2. Magic Johnson fue el MVP, mientras que Pat Riley, ya por aquel entonces vestido con trajes de Giorgio Armani, se ganó el reconocimiento de toda la ciudad.

 

LOS DOS GOLPES QUE CAMBIARON TODO

Los Lakers llegaron a las finales en los dos años siguientes, pero no pudieron hacerse con el campeonato (FOTOGRAFÍA gentileza Sporting News).

Los Lakers abrieron la 1982-83 con la intención de ser bicampeones. Todos hablaron sobre eso durante la fase regular, en la que volvieron a ser los mejores de su región. Una marca de 58-24 les permitió volver a estar en la cima por encima de Suns y Spurs (ambos 53-29). Confiado por su poderío, encaró la postemporada sintiéndose imparable y recibió los primeros golpes. Portland Trail Blazers le ganó un partido en las semifinales, mientras que necesitó de seis juegos para vencer a los Spurs (4-2).

Todo quedó más claro en las finales, cuando volvió a medirse con Philadelphia 76ers. Esta vez el rival contó con Moses Malone junto a Julius Erving y Andrew Toney. El tridente promedió 56,8 de los 110,0 puntos por encuentro. Una defensa tan endeble como la que presentó el elenco angelino en aquella serie no iba a facilitar un título. La franquicia de Pensilvania barrió la serie para ser campeón.

Con el baño de humildad de la campaña anterior, y con Byron Scott en el plantel, los Lakers buscaron la revancha en la 1983-84. Ganaron 54 de los 82 partidos en la fase regular para volver a ser los mejores, pero esta vez se notó otra mentalidad. Estaban mentalizados en destacarse por su trabajo defensivo, lo que demostraron a lo largo de su camino a las finales. 3-0 a Kansas City Kings, 4-1 a Dallas Mavericks y 4-2 a Phoenix Suns para tener la posibilidad de pelear por el título.

En aquella ocasión se toparon con los Celtics de Red Auerbach, encabezado por Larry Bird y John Havlicek, entre otros. El primero de los tres cruces entre angelinos y bostonianos en la década. Si bien la serie fue muy pareja, el combinado de Pat Riley tuvo chances de ser campeón sin llegar al séptimo juego.

En el segundo encuentro hubo un robo de Gerald Henderson a James Worthy para igualar el juego en 113 con 18 segundos en el reloj. Ese partido quedaría en manos de Boston. Luego, en el cuarto, la franquicia desperdició una ventaja de cinco unidades a falta de un minuto en el reloj. Así, el camino estaba marcado hacia lo que terminó sucediendo: Boston se impuso con un 4-3 para sumar su último título hasta el 2008.

LA REVANCHA DEL SHOWTIME

Pat Riley ganó su tercer título con los Lakers en 1985.
Los Lakers vencieron a los Celtics en las finales de 1985 para tener su tan ansiada venganza (FOTOGRAFÍA gentileza Sporting News).

La derrota a manos de los Celtics fue un gran golpe para los Lakers de Pat Riley. Aquella eliminación significaba la octava caída consecutiva en cruces con su archirrival. El entrenador logró que el equipo se enfoque más que nunca para mejorar su presencia defensiva y despliegue su mejor versión en pos de conseguir la ansiada venganza.

El primer tramo de la campaña fue inolvidable. 62-20 para igualar la segunda mejor marca de la historia de la liga con Magic Johnson y Kareem Abdul-Jabbar como integrantes de los quintetos ideales; además de la presencia de Michael Cooper entre los cinco mejores jugadores en defensa de la liga. Un pasaje que se solidificó con un paso casi perfecto por el primer tramo de los Playoffs: 3-0 a Phoenix Suns; 4-1 a Portland Trail Blazers y 4-1 a Denver Nuggets. Así, se aseguró un nueva definición frente al combinado celta.

La definición arrancó con uno de los puntos más bajos de los Lakers en los 80s, la derrota en el primer partido del Memorial’s Day. Aquella noche del lunes 27 de mayo de 1985, Boston lideró por 14 puntos tras el cuarto inicial y por 30 a la hora de ir a los vestuarios. Kevin McHale (26) y Scott Wedman (23) comandaron el 148-114 para el elenco de verde. La mayor diferencia de un juego de finales de la historia de la NBA.

 

«Al día siguiente entrenamos como si fuese un día de la pretemporada. Nadie podía quejarse, habíamos decepcionado a Pat Riley», marcó Kareem Abdul-Jabbar en un podcast publicado en su página web (2020). A la par, Auerbach habló muy mal del equipo y hasta deslizó que no tenían que lanzar marcajes dobles al pivote porque estaba viejo (37 años).

Esa derrota sirvió de motivación para lo que restó de la serie. El elenco vestido de oro y púrpura dominó de la mano de Michael Cooper, quien frenó a Larry Bird. A la par, Abdul-Jabbar hizo pagar a Auerbach con una producción de antaño: 25,7 puntos, 9,0 rebotes, 5,2 asistencias, 1,5 tapas y 1,0 robos en 35,5 minutos. Un trabajo superlativo para marcar el camino hacia el 4-2 que posibilitó la victoria. Aquel fue el tercer título de Riley con los Lakers (uno como asistente y dos como entrenador), como el cuarto de su vida.

EL OTRO GOLPE DE LOS 80’S

Mychal Thompson jugó los últimos cinco años de su carrera en los Lakers.
Los Lakers ficharon a Mychal Thompson en la temporada 1986-87 (FOTOGRAFÍA gentileza GQ).

Los Lakers llegaron a ocho de las diez finales de la NBA en los 80s. La única vez que sucedió con Pat Riley al mando del equipo fue en la 1985-86. Tras fichar a un buen ala-pivote defensivo como AC Green con el 23° lugar del Draft 1985, el equipo repitió su andar en la fase regular: 62-20.

El conjunto sorteó a San Antonio Spurs (3-0) y Dallas Mavericks (4-2) en las primeras rondas de la postemporada. Sin embargo, Houston Rockets, de la mano de Hakeem Olajuwon, le dio un inesperado revés con un 4-1 en las finales de conferencia. Así, no pudo enfrentar a Boston Celtics, que ganó su último título de la era Red Auerbach.

La caída frente a un pivote joven invitó a pensar que el equipo necesitaba un veterano para rotar con Abdul-Jabbar. Por eso durante la fase regular de la 1986-87 fichó a Mychal Thompson, una de las mejores opciones por aquel entonces y padre de Klay Thompson. A partir de su arribo, como un sistema mucho más aceitado, logró un 65-17, en ese entonces el cuarto mejor rendimiento de un conjunto de la historia de la NBA.

La fase regular también culminó con Magic Johnson con el primero de sus tres premios de MVP, además de ser lógico integrante del quinteto ideal. Por su parte, Michael Cooper finalizó como el mejor jugador defensivo del año, así encabezando a los cinco mejores de la liga en dicho costado. Llamativamente, a pesar de merecerlo, Pat Riley no ganó el premio al entrenador del año, el cual fue para Mike Schuler (Portland Trail Blazers).

EL BICAMPEONATO SOÑADO

Abdul-Jabbar sumó el último título de su carrera en 1988 (FOTOGRAFÍA gentileza Lake Show Life).

Tras semejante producción en la primera parte de la 86-87, nadie iba a negarle a los Lakers su pasaje a las finales. 3-0 a Denver Nuggets; 4-1 a Golden State Warriors y 4-0 a Seattle Supersonics para llegar a la definición. Su rival fue Boston Celtics, que necesitó un séptimo juego para sortear a los Detroit Pistons.

La definición mostró a un equipo angelino que tuvo más que su rival. El choque de defensa y contraataque de los Lakers contra el juego paciente de los Celtics tuvo un punto diferente a las ediciones anteriores. El combinado angelino tenía mayor profundidad como cartas para doblegar a su histórico rival.

Así, ganó los primeros dos en Los Ángeles y, tras perder el tercer punto de la serie, tuvo un triunfazo en el cuarto punto. Un recordado ‘baby-hook’ de Magic Johnson hizo posible la victoria en territorio enemigo. Cuatro días más tarde, y con el rival más cerca por su respuesta en el quinto, finiquitó con un 106-93. Desde entonces, las dos máximas potencias tuvo un alto de cruces en finales hasta 2008.

 

La conquista ante los Celtics no satisfizo al combinado lagunero, que en la 1987-88 busco su primer bicampeonato en Los Ángeles. El elenco de Pat Riley no presentó caras nuevas, pero con la base del combinado campeón logró competir por el anillo. Una marca de 62-20 para mostrarse nuevamente como candidato al anillo. Esto lo reforzó con un 3-0 sobre los Spurs en la primera ronda.

A partir de ese punto, la llegada a la definición se le hizo cuesta arriba. Primero padeció al Utah Jazz de unos jóvenes John Stockton y Karl Malone, rival al que superó en el séptimo juego haciendo gala de su experiencia para manejar los momentos definitorios. Algo similar sucedió en las finales de conferencia, cuando sorteó a los Dallas Mavericks de Mark Aguirre, Rolando Blackman y Derek Harper por 4-3. Así, sacó boleto frente a los Detroit Pistons conocidos como los Bad Boys.

El equipo de Chuck Daly llegó de la mano de Isiah Thomas, uno de los mejores amigos de Magic Johnson. En una serie extremadamente física, el talento del elenco angelino fue más que el juego duro del rival. El elenco se recuperó de una derrota en el primer punto de la serie, ganó los tres juegos ante su gente restante y el tercer punto de la serie para imponerse por 4-3. Ese fue el cuarto título de la era Pat Riley como integrante del cuerpo técnico de los Lakers.

EL OCASO DEL SHOWTIME

Pat Riley fue el entrenador de los Lakers durante nueve temporadas.
Pat Riley fue el entrenador de los Lakers durante nueve temporadas (FOTOGRAFÍA gentileza Bleacher Report).

Los Lakers encararon la 1989-90 sabiendo que era el último año de Kareem Abdul-Jabbar, quien tenía 41 años. A su vez, el paso por la postemporada les había demostrado que no les sobraba nada frente a los mejores equipos de la liga.

Los angelinos firmaron una 57-25 para ingresar a los Playoffs y tuvieron auspicioso invicto en su camino a los finales. Sin embargo, cuando le tocó chocar nuevamente con los Pistons, sintió la diferencia de un equipo en ascenso y otro en descenso. Detroit ganó cada uno de los primeros cuatro asaltos para concretar la barrida. La segunda como última caída por 4-0 en una definición en la historia de la franquicia durante su estadía en Los Ángeles.

La última temporada de Pat Riley fue en la 1989-90. La partida de Kareem Abdul-Jabbar parecía haberse paleado con el arribo de Vlade Divac con el 26° puesto del Draft 1989. El yugoslavo sería el suplente principal de Mychal Thompson, ahora titular del equipo. La estructura de Johnson, Cooper, Worthy, Green y Thompson permitió al equipo lograr un 63-19 en la fase regular; como también un 3-1 sobre Houston Rockets. Sin embargo, Phoenix Suns se impuso 3-1 en la siguiente instancia para ponerle fin a sus aspiraciones.

Tras esta eliminación, Pat Riley le puso fin a su paso por los Lakers en la jornada del 11 de junio de 1990. Se despidió con un título como jugador, uno como asistente de Whitehead, director del showtime y otros cuatro como entrenador. ¿Por qué lo hizo? «Es ganar o la miseria», afirmó en una clínica de entrenadores de Argentina en 1998, la cual comentó el periodista Julián Mozo en el medio Infobae de dicho país.

LA CHANCE DE DIRIGIR EN SU CIUDAD NATAL

Pat Riley trabajó cuatro años para los Knicks (FOTOGRAFÍA gentileza New York Post).
Pat Riley trabajó cuatro años para los Knicks (FOTOGRAFÍA gentileza New York Post).

Tras su salida de los Lakers, Pat Riley no tardó en aceptar un nuevo desafío. Luego de volver a la televisión por un año como comentarista de la NBC, tomó el cargo de entrenador de los New York Knicks. Así, tuvo la chance de dirigir al equipo de su ciudad natal. Otro mercado grande sediento de un título tras años en las tinieblas.

A diferencia del Showtime de los Los Ángeles, en los Knicks adoptó un juego más cercano al de los Bad Boys. «Ahí me formé como entrenador. Los Lakers puede ser dirigido por cualquiera de ustedes», mencionó en aquella clínica de entrenadores. Sin el glamour ni el potencial de fichar estrellas indiscriminadamente, debía formar a un equipo capaz de competir contra los grandes ‘cucos’ de los 90s. Casualmente todos ellos en el este: Chicago Bulls, Detroit Pistons y Cleveland Cavaliers.

En la primera temporada ya tendría batallas con dos de ellos. El elenco de Patrick Ewing, John Starks, Kiki Vandeweghe y Charles Oakley lideró el trabajo en el marcaje. A partir de ellos, como el acople del resto, la franquicia terminó la fase regular con la segunda mejor defensa de la liga, vía por la cual justificó su marca de 51-31. Así, chocó con los Detroit Pistons en la primera ronda, rival contra el cual padeció la falta de goleo pero sorteó con un 3-2.

La historia fue diferente en las semifinales de conferencia. Una batalla contra los Chicago Bulls de Michael Jordan y Phil Jackson. Un duelo caliente en el que ganó el primer juego, pero nunca pudo controlar el fuego de la ofensiva del elenco de Illinois. Forzó un séptimo juego, pero padeció al 23 de los Bulls, que con 42 puntos lideró el 110-81.

Una historia similar sucedió a la campaña siguiente. El combinado de la Gran Manzana sumó a especialistas defensivos como Herb Williams, Doc Rivers y Rolando Blackman para profundizar su plantel. A partir de una rotación más larga como un mayor nivel general, forjó un 60-22 para posicionarse como uno de los contendientes. Venció cómodamente a Indiana Pacers (3-1) y Charlotte Hornets (4-1) para meterse en las finales de conferencia; pero nuevamente el revés llegó de la mano de los Bulls y de Jordan (4-2).

LA CHANCE IDEAL

Pat Riley tuvo la chance de ser campeón en su segundo año con los Knicks.
El segundo año de Pat Riley en los Knicks coincidió con el primer retiro de Michael Jordan (FOTOGRAFÍA gentileza The New York Times).

La 1993-94 se reconfiguró a partir del primer retiro de Michael Jordan. El 23 de los Bulls dejó momentáneamente la actividad por el dolor que le generó el asesinato de su padre. Esta decisión cambió la liga, ya que Chicago dejó de parecer invencible y abrió las posibilidades del resto para campeonar.

Los Knicks de Pat Riley estuvieron entre los grandes contendientes al título de 1994. Los neoyorquinos padecieron varias lesiones, pero sumaron a Derek Harper, un base ideal para el juego de Pat Riley. Ajustaron las tuercas tras un inicio accidentado para terminar con un 57-25 que permitió el pasaje a la postemporada. Aquella fase arrancó con un 3-1 sobre los vecinos, New Jersey Nets, para meterse de lleno en la disputa por el anillo.

El rival de semifinales de conferencia fue Chicago Bulls, esta vez sin su máximo ídolo. El equipo de Pat Riley ganó los primeros dos ante su gente y viajó a territorio enemigo para un crucial tercer juego. Un duelo en el que corrió de atrás, pero logró un parcial de 32-11 para pasar al frente. El local recortó desde la línea, Starks perdió un balón clave y esto le dio al dueño de casa la chance de pedir un tiempo muerto para dibujar la jugada en busca del tiro ganador. Jackson se inclinó por Toni Kukoc, lo que causó la furia y el abandono de Scottie Pippen.

 

El combinado vestido de blanco lo ganó con un triple del croata, pero esta actitud de por aquel entonces su mayor estrella cambió todo. La confianza no volvió a ser la misma en el contrincante, dándole a los Knicks la posibilidad de imponerse por 4-3.

La definición regional fue contra los Indiana Pacers de Reggie Miller, otro de los candidatos emergentes de la liga. Aquella serie fue recordada por el colapso del elenco neoyorquino en el quinto punto de la serie por sus discusiones con Spike Lee. El escolta respondió con 25 puntos en el último cuarto para darle un triunfo clave y la ventaja a su equipo. No obstante, el elenco neoyorquino acabó ganando la serie en el séptimo punto con uno de los mejores partidos de Patrick Ewing: 24 puntos, 22 rebotes, 7 asistencias y 5 tapas.

 

La definición fue ante los Houston Rockets de Rudy Tomjanovich y Hakeem Olajuwon. El combinado texano se impuso de la mano de su pivote histórico, quien superó en puntos a Patrick Ewing en cada uno de los siete partidos. La franquicia neoyorquina llegó a estar al frente por 3-2 tras el quinto punto, pero cayó ajustadamente en los siguientes dos juegos -ambos de visitante-. El séptimo encuentro terminó 90-84 y es recordado porque John Starks, la segunda espada del equipo, terminó con un 2/18 de campo.

EL OCASO DE SU PASO POR LOS KNICKS

Riley finalizó su paso de cuatro años por los Knicks con cuatro clasificaciones a las semifinales de conferencia, dos a finales regionales y unas finales de la NBA (FOTOGRAFÍA gentileza Gigantes del Basket).

El último año con los Knicks es recordado por la cantidad de roles que ejercía Pat Riley en torno al equipo. Toda decisión pasaba por él, desde la selección de jugadores a la contratación de personal en torno al mismo. El periodista Chris Herring (2022) mencionó en “Blood in the Garden: The Flagrant History of the 1990s New York Knicks” que el gerente general, Ernie Grunfeld, simplemente seguía las decisiones del por entonces entrenador de la franquicia.

Sin embargo, en enero de 1995, Riley se sentó a negociar su renovación de contrato y no tuvo ningún tipo de tapujo a la hora de dejar en clara su posición. Quería ascender al puesto de presidente de operaciones -posicionándose por encima de Grunfeld-; tres millones de dólares anuales en concepto salarial -la mejor paga para la posición en aquel entonces-; y el 10% de las acciones de la franquicia. Una petición que no le cayó bien a Ran Araskog, dueño del 85% de las acciones de ITT, empresa que tenía la mayoría de los activos de los Knicks.

Tras la trunca negociación, Pat Riley continuó la temporada sabiendo que el futuro podría estar lejos de su ciudad natal. Para ese febrero de 1995, Micky Arison se había vuelto el dueño mayoritario del Miami Heat, franquicia que llevaba tan sólo siete (malos) años en la liga. El entrenador no veía con malos ojos dejar la Gran Manzana para partir rumbo a Florida.

Esta situación impactó en un equipo que no estaba enfocado a la hora de los Playoffs. Una marca de 55-27 posibilitó la clasificación a la postemporada, mientras que un 4-1 sobre Cleveland Cavaliers posibilitó el pasaje a semifinales de conferencia. Sin embargo, todo se aceleró con la histórica serie ante Indiana Pacers. 8 puntos en 7 segundos de Reggie Miller para una histórica derrota en el primer juego; y una bandeja fallada por Patrick Ewing en el último segundo del séptimo. Los momentos más recordados de la serie que quedó en manos del equipo de Indianápolis.

 

Riley llamó a Arison tras la eliminación y le dijo: «Se terminó mi situación en Nueva York». Pero tampoco anduvo con chiquitajes a la hora de negociar: 5 millones de dólares anuales; puestos de presidente de operaciones y entrenador a la vez; 10% de las acciones de la franquicia; la venta de sus casas en Los Ángeles y Nueva York; y una limosina para ir a cada partido del Heat. El dueño primero pensó que era un chiste pero, a medida que la negociación progresó, comprendió que estaba lejos de serlo. Con más dudas que certezas, aceptó porque quería dar un vuelco en la organización.

UN CAMBIO ROTUNDO Y RÁPIDO

Pat Riley junto a Tim Hardaway en su primer año en el Heat.
Pat Riley traspasó por Tim Hardaway en su primer año como entrenador y presidente de operaciones del Heat (FOTOGRAFIA gentileza Bleacher Report).

Pat Riley llegó tras la séptima temporada de la franquicia en la NBA, con dos apariciones fugaces en la primera ronda de los Playoffs y luego de ausentarse a la postemporada de 1995. Como si fuese poco, su partida de Nueva York a Miami producto de sus pretensiones rápidamente despertó una rivalidad entre las dos organizaciones.

Como era de esperarse, la primera temporada fue de cambios en el plantel. Antes del comienzo de la temporada se hizo con los servicios de Alonzo Mourning vía traspaso desde Charlotte Hornets; fichó a Bruce Bowen, quien era agente libre; y, durante la temporada, envió tanto a Bimbo Coles como Kevin Willis a Golden State Warriors para hacerse con los servicios de Tim Hardaway. Si bien estas modificaciones afectaron el rendimiento del equipo, logró un 42-40 en la 1995-96 para clasificar a Playoffs, igualar el récord de franquicia y enviar a Mourning al Juego de las Estrellas. Una temporada muy positiva a pesar de la eliminación en primera ronda a manos de Chicago Bulls por 3-0.

La segunda campaña, la 1996-97, fue todavía mejor. Por el lado del plantel, dejó ir a la mayoría de los jugadores de rol. Suplió con la presencia de un especialista defensiva como PJ Brown; a un tirador veterano en Dan Majerle y a un pivote que dio un salto de calidad en Isaac Austin. El equipo sintió la mejora, dando un salto significativo de nivel para alcanzar una marca de 61-21. Pat Riley ganó el premio al entrenador del año por su desempeño; Isaac Austin fue el MIP; mientras que Tim Hardaway y PJ Brown ingresaron a los quintetos ideales de la liga.

A la hora de la postemporada, Miami sorteó a Orlando por 3-2 para meterse por primera vez en las semifinales de conferencia. Allí se topó con un elenco de Nueva York que desperdició una ventaja de 3-1 y Miami se volvió el séptimo equipo de la historia en remontar semejante ventaja en la NBA. El equipo tenía pasta para ser campeón de no ser por los Chicago Bulls de Michael Jordan, que con un 4-1 le pusieron un alto a sus expectativas.

Para tristeza del entrenador, las siguientes tres campañas se vieron marcadas por caídas frente a los Knicks. 3-2 en las primeras rondas de 1997-98 y 1998-99, y un 4-3 en las semifinales de conferencia de la 1999-00. A pesar de la modificación en la identidad de la franquicia, Riley todavía tenía bastante por cambiar para volverla una de las máximas potencias de la liga.

DE LA RECONSTRUCCIÓN A LA LLEGADA DE SU MÁXIMO ÍDOLO

La reconstrucción del Heat posibilitó la llegada de Dwyane Wade, la máxima figura de la franquicia (FOTOGRAFÍA gentileza Sports Ilustrated).

El paso del tiempo marcó que el Heat debía empezar una etapa de reconstrucción. La 2000-01 empezó a marcar ese rumbo. Una temporada marcada por la baja de Alonzo Mourning, quien se perdió gran parte de la fase regular por una enfermedad en los riñones. A pesar de su ausencia en casi todos los partidos -disputó sólo los últimos 13-, el equipo se las ingenió para conseguir un 50-32. Clasificó a Playoffs aunque se despidió con un 0-3 ante Charlotte Hornets en la primera ronda.

Desde entonces, Mourning se mantuvo como la única cara reconocida de un equipo en reorganización. El pivote se destacó para mantener su condición de estrella, pero el plantel no acompañó para que sea una cara visible en los Playoffs. El Heat se perdió la acción definitoria en la 2001-02 y la 2002-03, esta última con un joven prometedor en Caron Butler y con una marca de 25-57.

Sin embargo, todo cambió el 26 de junio del 2003, cuando el equipo tuvo el 5° pick del Draft 2003. Tras no poder hacerse con LeBron James (Cleveland Cavaliers), ni Carmelo Anthony (3° por Denver Nuggets), fichó a Dwyane Wade. Un escolta seleccionado de la Universidad de Marquette, oriundo de Chicago y que cambió la historia de Miami.

EL RETIRO MOMENTÁNEO COMO ENTRENADOR

Pat Riley concretó la llegada de Shaquille O’Neal al Heat para la temporada 2004-05 (FOTOGRAFÍA gentileza All U can Heat).

Al culminar la 2002-03, Pat Riley decidió dejar el cargo de entrenador para dedicarse únicamente a la conducción de la franquicia. Seleccionó a Stan Van Gundy como su sucesor en pos de mantener la cultura defensiva que históricamente caracterizó a la franquicia. A la par, rodeó a Wade con jugadores de muy buen nivel como Udonis Haslem, Lamar Odom, Rafer Alston y Samaki Walker.

El Heat tuvo un buen primer año con su nuevo entrenador. Firmó una marca de 42-40 para volver a los Playoffs, mientras que venció a New Orleans Hornets por 4-3 para avanzar a las semifinales de conferencia. Indiana Pacers, uno de los candidatos al título en ese momento, le puso freno a su temporada con un 4-2 en la instancia.

Par la siguiente campaña, hizo un movimiento brillante. Shaquille O’Neal sostenía una relación tensa con Kobe Bryant y Pat Riley intervino. Envió a Lamar Odom, Caron Butler y Brian Grant a Los Ángeles Lakers a cambio del pivote histórico. De la mano del tándem de Wade y Shaq, el conjunto de Florida se posicionó como contendiente. Lo justificó con un 59-23 en la fase regular, como con 4-0 tanto sobre New Jersey Nets y Washington Wizards. Sin embargo, Detroit Pistons, con un 4-3, le quitó la posibilidad de hacer su primera presencia en las finales.

La posibilidad de un nuevo título motivó el regreso de Pat Riley. Luego de fuego cruzado y una acusación de una mala relación entre O’Neal y Van Gundy, el entrenador renunció a mediados de diciembre del 2005. El coach no aclaró la situación, simplemente alegó que quería pasar más tiempo con su familia. Shaq (2011) marcó en “Shaq uncut: my story” que su salida se dio porque Riley quería volver a tener la chance de dirigir al equipo.

REGRESO Y CAMPEONATO

Pat Riley es el único en ganar un anillo como jugador, asistente de entrenador, entrenador y presidente de operaciones en la NBA
Pat Riley es el único en ganar un anillo como jugador, asistente de entrenador, entrenador y presidente de operaciones en la NBA (FOTOGRAFÍA gentileza nba.com).

Pat Riley recibió al equipazo que el mismo formó para pelear por el título. Lejos de los jugadores callados, un elenco de egos fuertes encabezados por Wade y O’Neal como seguidos por Gary Payton, Jason Williams, Jason Kapono, Antoine Walker y el mismo Alonzo Mourning, que retornó tras su paso fugaz por los New Jersey Nets.

El equipo fue corrigiendo detalles con el correr de la temporada y se reposicionó como contendiente a la hora de los Playoffs. Ingresó con un 52-20, mientras que sorteó sin mayores dificultades a Chicago Bulls (4-2) y New Jersey Nets (4-1) en las rondas iniciales. Detroit Pistons nuevamente se interpuso en su camino a las finales, pero esta vez superó el obstáculo con creces. Un 4-2 con un Wade estelar, aunque también con un nivelazo de O’Neal (21,7 puntos y 10,5 rebotes por partido) para dejar atrás al último subcampeón. Así, el Heat se encaminó hacia las finales, las primeras de su historia.

Allí se midió con Dallas Mavericks, otra cenicienta para la fase. El equipo texano hizo valer la localía en los primeros dos juegos: 90-80 con un gran Jason Terry (32); y 99-85 de la mano de Dirk Nowitzki (25 puntos y 16 rebotes). Aquel segundo partido, disputado en la noche del 11 de junio del 2006, fue el peor de O’Neal en la historia de las finales (cinco puntos en 27 minutos).

Para alegría del elenco de Florida, los siguientes tres asaltos fueron ante su gente y Dwyane Wade estuvo a la altura de las circunstancias. 42 puntos y 13 rebotes para el 98-96 del tercer punto; 36 unidades para comandar el 98-74 que igualó la historia; y 43 tantos en el 101-100 que hizo posible la remontada. El Heat se retiró de Miami con un 3-2 y la necesidad de ganar tan sólo uno de los dos juegos restantes fuera de casa para ser campeón.

Pat Riley fue el entrenador del histórico 20 de junio del 2006, la noche en la que la franquicia selló su primer título. Un controversial sexto juego con polémicos fallos para ambos lados. Mark Cuban, dueño de los Mavericks, alegó que la terna arbitral conspiró en contra de su equipo por su mala relación con otros directivos de la NBA. Más allá de su reclamo, el Heat sepultó la historia con un 95-92. 36 puntos de Dwyane Wade para definitivamente ganar el MVP de las finales.

 

Así, Riley se volvió el único integrante de la NBA en ganar al menos un título tanto en la posición de jugador, como asistente, entrenador y presidente de operaciones de una franquicia.

EL FINAL DE SU CARRERA COMO ENTRENADOR

Pat Riley dirigió dos años más al Heat antes de poner su retiro definitivo en dicha posición. El Heat ingresó a la 2006-07 con la intención de repetir la conquista, pero rápidamente se encontró con un escenario incómodo. Primero perdió el primer partido de la temporada por 42 puntos, la peor caída de un campeón en la noche de la presentación del banner del título.

A su vez, Miami tuvo 76 partidos sin al menos uno de Wade (dislocación del hombro izquierdo) y O’Neal (luxación de la rodilla izquierda) a causa de lesiones. El equipo se las ingenió para alcanzar un 44-38 al cabo de la fase regular, pero se topó con un mejor elenco de Chicago Bulls, que lo barrió por 4-0.

La 2007-08 fue la peor de la historia del Heat. Tras un pésimo inicio de temporada, Shaquille O’Neal pidió el traspaso y Miami lo envió a Phoenix Suns a cambio de Shawn Marion y Marcus Banks. A pesar de la salida del pivote, la situación no mejoró. Un 15-67 que fue la peor marca desde la fundación de la franquicia en 1989. Un año olvidable que dio el pase a una etapa de recambios.

El 16 de abril del 2008 tuvo el último partido de Pat Riley como entrenador. Un 113-99 sobre los Atlanta Hawks para firmar su 1210° victoria en fase regular. Además, se retiró con 171 victorias en 282 partidos de Playoffs; cinco campeonatos como entrenador; nueve apariciones en finales; tres premios al entrenador del año (1990; 1993 y 1997); nueve selecciones como entrenador del Juego de las Estrellas; uno de los 10 mejores entrenadores de la historia en 1996 (50° aniversario de la NBA) y -posteriormente- entre los 15 mejores de la historia en 2022 (75° aniversario de la NBA). Una verdadera leyenda de la profesión.

LA LLEGADA DEL REY

Pat Riley orquestó las llegadas de LeBron James y Chris Bosh a Miami en julio del 2010 (FOTOGRAFÍA gentileza Bleacher Report).

Pat Riley asumió el único rol de presidente de operaciones para la temporada 2008-09 y dejó en su viejo cargo a Erik Spoelstra. El nuevo coach ascendió de videoanalista a scout y posteriormente a entrenador principal.

La franquicia gozó de una de las mejores versiones de Wade en la campaña. Promedió 30,2 puntos para ser el máximo anotador de la liga en la campaña. A su vez, acompañó con 7,5 asistencias, 5,0 rebotes, 2,2 robos y 1,3 tapas en 38,6 minutos por partido. Su gran labor permitió el 43-39 en la fase regular que posibilitó el pasaje a los Playoffs, pero el combinado fue eliminado por Atlanta Hawks (4-3) en la primera ronda.

Algo similar sucedió en la 2009-10. 47-35 en la fase regular con un Wade extraordinario y eliminación a manos de Boston Celtics (4-1) en el inicio de la postemporada. Era evidente que el escolta necesitaba talento a su lado para poder pelear por un nuevo anillo.

Esa ayuda llegó con dos movimientos maestros en la jornada del 10 de julio del 2010. Pat Riley fichó a LeBron James, quien había quedado sin contrato en Cleveland Cavaliers, a través de un sign-and-trade (renovación y traspaso). Envió dos selecciones de segunda ronda (2011 y 2012) y dos de primera ronda (2013 y 2016) a la franquicia de Ohio para hacerse con los servicios del Rey. También le ofreció la posibilidad de intercambiar los picks de primera ronda en 2012, pero Cleveland -que estaba mejor posicionado en el Draft- no la ejecutó.

A la par de James, también llegó Chris Bosh en esa misma jornada. Miami envió su propia selección de primera ronda del 2011 y la de los Toronto Raptors del 2011 -adquirida en 2009- a cambio del ala-pivote que llegó proveniente de la franquicia canadiense. Por último, para garantizar el espacio salarial, se deshizo de Michael Beasley, quien recaló en Minnesota Timberwolves a cambio de dos picks de segunda ronda.

Así, Miami debió dejar ir cuatro selecciones de segunda ronda, ofrecer la posibilidad de intercambiar otra y mover segundas rondas para reunir a Dwyane Wade, LeBron James y Chris Bosh. Una historia que se empezó a cocinar en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, cuando los tres estaban incómodos por las situaciones en sus respectivos equipos.

DECEPCIÓN Y REVANCHA

El Heat fracasó a la hora de cumplir sus expectativas en la temporada 2010-11 (FOTOGRAFÍA gentileza The Washington Post).

La temporada 2010-11 arrancó con el Miami Heat como contendiente al título. La llegada de LeBron James y Chris Bosh los puso en una situación de título o fracaso. Pat Riley completó el plantel con veteranos que firmaron por el mínimo por el poco espacio salarial disponible. No obstante, se hizo con los servicios de Mike Miller, Zyndrunas Ilgauskas y Juwan Howard entre otros nombres aceptables.

Como era de esperarse, nadie pudo parar a Miami en el este. 58-24 en la fase regular, seguido de 4-1 sobre Sixers, Celtics y Bulls. El poderío físico de Wade y James era inigualable; Bosh le aportaba el goleo de media distancia como el trabajo sucio; mientras que el resto hacía su cuota en defensa para que el gran trío se luzca. Una combinación letal para una conferencia con la mayoría de sus equipos en plena reconstrucción u ocaso.

Sin embargo, la alegría previa a las finales desapareció en un nuevo cruce contra los Dallas Mavericks. A pesar de la falta de nombres propios para acompañar a Dirk Nowitzki, el combinado texano hizo un plan defensivo para frenar a los integrantes del Big Three. LeBron James estuvo en un nivel menor al esperado más allá de promediar 17,8 puntos, 7,2 rebotes y 6,8 asistencias en la definición. El alero antes de arrancar la siguiente campaña reflexionó en un diálogo con ESPN: «Soy reconocido por hacer jugadas para cambiar partidos y sé que no las hice. Me aislé dos semanas, no hablé con nadie, para reflexionar sobre lo sucedido».

El 4-2 favorable al combinado del oeste les había puesto presión para silenciar a una crítica que ya tildaba el experimento como ‘fracaso’.

EL BICAMPEONATO DEL HEAT

Pat Riley y LeBron James juntos tras el título del Heat en el 2013 (FOTOGRAFÍA gentileza Diario AS).

Pat Riley no perdió el tiempo a la hora de encarar la 2011-12. El equipo necesitaba un especialista defensivo para acompañar a sus estrellas y se inclinó por Shane Battier, quien ya había dejado claro su talento en Houston. Su presencia le agregaba tanto marcaje perimetral como interno, además de un tirador fiable que liberó espacios para los jugadores más significativos.

Con la cabeza más madura y una postura mucho más seria, Miami inició de vuelta el camino a las finales. Una senda marcada por el 46-20 en la fase regular achicada a 66 juegos por el Lockout del 2011; como un 4-3 a los Boston Celtics en unas épicas finales de conferencia. Esta vez su rival sería el Oklahoma City Thunder de otro tridente: los jóvenes Kevin Durant, Russell Westbrook y James Harden.

Ahí Miami hizo valer su experiencia. El equipo del oeste ganó el primer partido de la serie para ponerle presión al gran candidato, pero este respondió con creces. Tras un ajustado 100-96 en el segundo encuentro, siempre estuvo un paso por delante de su rival. 28,6 puntos, 10,2 rebotes y 7,4 asistencias se combinaron para el primer título como MVP de finales para LeBron James. El 21 de julio del 2012 pasó a la historia por la segunda conquista del Heat.

Lo que le siguió a esa campaña fue lo mejor que le pasó al Heat en su historia. Pat Riley concretó las llegadas de Ray Allen y Rashard Lewis para la 2012-13, profundizando aún más el plantel de Spoelstra. El equipo era imparable: 66-16 para la mejor fase regular de la historia de la franquicia. A esto le siguieron 4-0 a Miwaukee Bucks; 4-1 a Chicago Bulls y 4-3 a Indiana Pacers para una nueva chance de campeonato.

Aquella final fue ante San Antonio Spurs, un equipo con los históricos Tim Duncan, Tony Parker y Manu Ginóbili, liderados por el legendario Gregg Popovich y una creciente estrella en Kawhi Leonard. Miami tenía los nombres, mientras que su rival poseía una identidad histórica. A partir de esta última, con un doble clave de Parker en el cierre del primer juego como dos victorias de local, consiguió una ventaja de 3-2.

El Heat estuvo a punto de probar las mieles de la amargura en el sexto juego. Una desventaja de 94-89 a 22,9 del final parecía indicar que la moneda volvería a caer del lado de la derrota.

Sin embargo, todo cambió en el tiempo restante. Ray Allen concretó un triple para achicar a una posesión; Kawhi Leonard falló uno de los tiros libres que tuvo para sentenciarlo y dejó la puerta abierta para que el mismo Allen iguale el juego. Un triple fallado por James, con su rebote ofensivo capturado por Bosh y asistencia al escolta posibilitó la igualada. Desde entonces, San Antonio se desmoronó, no pudo evitar la caída en tiempo extra y dos días más tarde, el 20 de junio del 2003, Miami se proclamó campeón con un 95-88 en el séptimo punto de la definición.

 

DE LA POSIBILIDAD DEL THREE-PEAT A UNA NUEVA RECONSTRUCCIÓN

En los papeles, Miami arrancó la 2013-14 como candidato al título. Fuera de ellos, y según el propio Dwyane Wade, esto no se sintió así en el vestuario. «Aquel último año en Miami, cuando llegamos a las Finales… Todavía no sé cómo lo conseguimos… Los jugadores no eran nuevos, eran tipos que llevaban jugando unos con otros cuatro años seguidos. Tus bromas ya no le hacían gracia a nadie y ya no llegabas con una sonrisa. Fue como un matrimonio malo», le describió a ESPN en 2017 para compararlo con el equipo de los Cleveland Cavaliers.

El Heat, como menciona Wade, llegó a las finales a pesar de los problemas físicos de Wade como la merma de nivel de Bosh y Allen. Un 54-28 en fase regular; 4-0 a Charlotte Bobcats; 4-1 a Brooklyn Nets y 4-2 a Indiana Pacers. Todo de la mano de un histórico LeBron James, que fue el MVP de la temporada.

Sin embargo, a la hora de ponerlo todo para alzar el título. Miami no estuvo cerca de evitar la revancha de San Antonio. El equipo de Popovich dio una de las mejores muestras de nivel de la historia para imponerse con claridad por 4-1.

Casualmente, lo que siguió a esa eliminación fue la partida de LeBron James. El Rey había quedado como agente libre y quería su posibilidad de campeonar en Cleveland. Se comunicó con Pat Riley para avisarle su salida. En 2019, también a ESPN, el presidente de operaciones deslizó: «Cuando LeBron James hizo esa llamada vi una dinastía irse por la ventana. No lo culpo, pero tenía claro que ése era un equipo para diez años. Fue un día triste para mí y para la franquicia. Obviamente lo que queríamos es tenerlo ahí diez años, llegar a ocho finales. No sé cuántos campeonatos podríamos haber ganado. En aquel momento me enoje mucho porque es una llamada que no quieres oír».

Un año más tarde, inició el problema con las otras dos estrellas. Primero Chris Bosh tuvo un coágulo de sangre en uno de sus pulmones, lo que terminó incidiendo en bajas, chances de vuelta y retiro definitorio en 2019. A la par, Dwyane Wade quiso un contrato máximo en 2016, no lo obtuvo y partió a su ciudad natal, Chicago, para una posibilidad de título.

La franquicia se mantuvo competitiva a pesar de la salida del tridente. Dos apariciones en Playoffs en los siguientes cuatro años incluyendo una en 2018 ya con el regreso de Wade tras el trunco experimento en la ciudad de los vientos. Su última campaña se dio con una ausencia a los Playoffs 2018-19 pero con un equipo que tenía una idea clara y una cultura establecida.

LA CHANCE EN LA BURBUJA

El Heat tuvo una chance de salir campeón de la NBA.
Tras una pandemia y el respectivo uso de barbijo, Pat Riley sigue en la búsqueda de un nuevo título en la NBA (FOTOGRAFÍA gentileza Orange County Register).

El 6 de julio del 2019 hubo una nueva estrella en Miami. Esta vez Pat Riley se hizo con los servicios de Jimmy Butler en un movimiento a cuatro bandas y tras no poder concretar el título en Philadelphia 76ers. El ex Chicago y Sixers le daba al equipo un nuevo líder defensivo sobre el cual apoyarse para mantenerse competitivo. A su vez, el equipo encontró jóvenes prometedores en Duncan Robinson como Kendrick Nunn sobre el cierre de la 2018-19 y sumó a Tyler Herro con el 13° lugar del Draft 2019.

El tándem de Jimmy Butler y Bam Adebayo (14° pick del Draft 2017) se volvió la base del equipo de Erik Spoelstra que encontró el camino de regreso a los Playoffs. Ganó 41 de los 65 partidos de la fase regular antes del 11 de marzo del 2020, cuando la temporada se suspendió por la pandemia de COVID-19. Un parón que duró cuatro meses hasta la reanudación de la campaña en la burbuja de Orlando.

Alli Miami hizo su última aparición a las finales. Ganó tres de los ocho juegos previos a los Playoffs; borró a Indiana Pacers en la primera ronda con un 4-0; frenó a los Milwaukee Bucks de Giannis Antetokounmpo con un 4-1 y selló su boleto a la definición con un 4-2 sobre los Boston Celtics.

Para su tristeza, el equipo se topó con la mejor versión de LeBron James y Anthony Davis en Los Ángeles Lakers. El combinado angelino, que hasta ese entonces había ganado todas las series por 4-1, cedió dos juegos pero se impuso por 4-2.

Sin importar el paso de los años, con una cultura de trabajo clara y vestido con los trajes de Giorgio Armani de siempre, Pat Riley continúa con su labor competitiva. El padrino que pasó de un jugador más a una verdadera leyenda de la NBA.

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