El ocaso de la Segunda Guerra Mundial en 1945 dejó a los aliados (Estados Unidos y URSS) como las máximas potencias en el planeta. Tras el freno al nazismo, el grupo se separó y dio lugar a la Guerra Fría. Un conflicto marcado por la lucha entre las ideas del capitalismo y del comunismo. Esta disputa se mantuvo desde 1950 hasta fines de los 80’s y principios de los 90’s. El punto cúlmine podría ser trazado tras la caída del Muro de Berlín (09 de noviembre de 1989). Aunque el período posiblemente tuvo su final en la jornada del 21 de agosto de 1991, cuando cesó el intento de golpe de estado dentro de la URSS.
En ese período de 41 años no sólo que hubo guerras, sino que hubo varias de las más sanguinarias de la historia. Una de las primeras fue la Guerra de Corea (1950-1953), un conflicto que se cobró la vida de tres millones de personas. El cese de la Segunda Guerra Mundial había llegado con un acuerdo para dividir a Corea en dos: la del Norte, a cargo de la URSS; la restante bajo el poderío estadounidense. Tras una etapa de negociación en 1950 y una invasión del norte al sur en junio de aquel año, el mundo entró en guerra. Aquel acto bélico, muchas veces olvidado y razón por la cual tomó el nombre de ‘La guerra olvidada’, marcó el primero de los varios cruces de las dos entre ambos países. La URSS apoyó el ataque al sur; Estados Unidos envió su tropa al norte cuando este se estaba replegando.
Tras 254 palabras, acá es donde puede aparecer Joe Bird (o Claude Joseph Bird). El padre de Larry Bird fue uno de los tantos norteamericanos que vivió la guerra. Aquella disputa atroz en suelo coreano le cambió la vida… para mal.
LA VIDA ANTES DE LA GUERRA
Claude Joseph Bird Jr nació el 21 de septiembre de 1926 en French Lick. Un pequeño pueblo localizado dentro de Orange County, al sur del estado de Indiana. Territorio marcado por la pobreza y que jamás logró alcanzar un total de 2500 personas. Así, todos se conocían con todos. El hijo de Claude Joseph Bird Sr y Helen Autumn tuvo una educación básica durante su infancia. Asistió a la escuela de lunes a viernes, practicó béisbol en su etapa de adolescencia. Además, como se trata de un espacio marcado por la tradición protestante, asistió cada domingo a la iglesia.
Terminó su educación obligatoria y empezó a hacer lo que sea para ganarse el pan de cada día. Desde cortar el pasto de algún vecino más pudiente a trabajar la tierra como peón. Hay quienes afirman que desarrolló una pasión por trabajar en la construcción de pianos que luego eran vendidos a los sectores más altos de la comunidad estadounidense. Lo que pasó en su vida todavía hoy oculta misterios.
LA MARINA
Joe Bird siempre vio a su padre como un ídolo. Mientras su madre trabajaba en French Lick, él estaba salvando al planeta en la primera Guerra Mundial (o al menos eso creía). Cuando regresó a casa nunca le pidió que pare a la contar las interminables historias sobre el conflicto bélico. Maravillado, quedaba atónito ante como había sido clave en una estrategia cuasi perfecta para frenar el avance enemigo. Tradición de los numerosos almuerzos familiares dominicales.
Sin embargo, siempre que escuchaba a su figura paterna, encontraba un punto de quiebre en el ejército estadounidense: la fuerza naval. Estados Unidos había mejorado sus flotas respecto de otros momentos, pero estaba lejos de poderse equiparar a la fuerza británica o a la alemana (pese a su caída y humillación post guerra). Él, como tantos hijos de ex combatientes, sabía que debía hacer algo para saldar lo que para él era una cuenta pendiente. Una devolución a Estados Unidos por su esfuerzo y a su papá. Quería volver a casa tras largos combates y tener historias que inflen el pecho de su padre. Llenarlo de orgullo por el éxito representando a su país.
Así, decidió alistarse en la marina. Un viaje de dos horas desde su French Lick natal a Indianápolis. Estuvo cerca de casa para reencontrarse con sus queridos. Ganó experiencia como también alimentó su imparable deseo de hacer historia. Ayudó en pueblos dentro del estado de Indiana, pero quería una prueba real. Esa llegó en 1944 cuando con tan sólo 18 años formó parte de la Operación Overlord, historia conocida como el Desembarco en Normandía.
El 6 de junio de 1944 tocó suelo francés para liberar a Europa Occidental de la amenaza nazi, que ya había conquistado gran parte del territorio. Evitó ser una de las casi 226 mil bajas que tuvo la alianza estadounidense-británica dentro del conflicto. Siguiendo las órdenes del General Dwight Eisenhower, formó parte de la captura del puerto de Cherburgo y, a fines de agosto, contribuyó su granito de arena para la liberación de París. Cuenta la leyenda que vio sonriente como los nazis escaparon por el Río Sena. En su cabeza, señal de tranquilidad para el planeta.
LA GUERRA QUE QUISO OLVIDAR
De regreso a casa sintió que su sueño se había cumplido. Joe Bird era él héroe de French Lick. Todos se reunían a escuchar sus historias, a imaginar esos escenarios de libertad. Los «french» (franceses) eran libres, y Joe era su liberador. Hubo fiestas en su honor, noches de tragos a su nombre, y, sobre todo, su padre tenía el pecho inflado. Orgullo estadounidense criado en casa.
La mixtura de heroísmo como chispa de alegría se combinaron para cautivar a Georgia Marie Kerns. Ella encontró en Joe a una persona que sabía amar y que dejaba todo por sus queridos. Un compañero que sabía callar sus millones de historias, algunas tan extrañas como difíciles de comprobar, para escucharla. Él era el compañero que ella siempre había deseado. Ella era un premio mayor a cualquier medalla de honor por la guerra. La pareja decidió casarse en 1951.
Al poco tiempo de contraer matrimonio, Joe Bird debió embarcar nuevamente. Esta vez hacia Corea, con la misión de frenar el avance comunista en territorio asiático. El conflicto no debía representar un gran problema ante la superioridad de los países reunidos por la ONU para frenar al poderío norteño de Corea.
Sin embargo, al llegar a la región asiática, todo cambió. A partir de minas navales, Corea hundió cinco flotas estadounidenses, todo un ultraje para la posición norteamericano. El apoyo de los aliados tales como Gran Bretaña permitieron el control del sur para finalmente lograr la liberación e independización de la República de Corea del Sur. El 27 de junio de 1953 llegó el final del conflicto con el Acuerdo de Armisticio, un acuerdo de falta de militarización en la región del sur de Corea entre Corea del Norte, URSS y Estados Unidos. A pesar de este, varios reportes indicaron que al menos en seis ocasiones hubo violaciones e intentos de reavivar el conflicto.
La realidad indica que Joe Bird se retiró de Corea con otra cabeza. Esta vez no había historia para contar a los cuatro vientos. Las imágenes galopaban para ser estragos en su cabeza. Un baño de sangre y la humillación de no poder en soledad frente a una nación en conflicto. Amigos perdidos, compañeros que no volvieron a reencontrarse con sus afectos y una psiquis totalmente quebrada.
LA VUELTA A FRENCH LICK
Al regresar a casa, rápidamente se sintió su cambio. Esta vez estaba apagado y esquivaba cualquier pregunta sobre lo que había pasado en Corea. El silencio sepulcral marcaba su posición respecto del conflicto. Quería tener otra vida, por lo que se retiró de la marina y se dedicó a vivir su vida con Georgina.
Junto a su, por entonces, amada pareja tuvo seis hijos: Larry, Linda, Mike, Mark, Jeff y Eddie. A diferencia de su padre, no les transmitió aquellas historias de guerra que tanto él amaba a escuchar. Intentó inculcarles los valores del trabajo duro, la solidaridad y el trabajo en equipo para enfrentar toda adversidad.
Pero la palabra clave es «intentó». Noche tras noche pensaba en lo mismo: las muertes de sus queridos, la matanza de otros y la humillación de otro conflicto bélico. Necesitó apagar las pesadillas como la incapacidad para hablar sobre sus sentimientos con algo. El alcohol fue su arma de doble filo.
De día trabajaba, de noche tomaba. Malgastó todo su dinero en jornadas diurnas extensas que terminaban con él echado de un bar por tomar demasiado, pelearse con alguien hasta que uno de los dos se desmaye o con los bolsillos vacíos por invitar varias «una ronda para todos» a comienzos de mes.
Cuando lograba ingresar a su hogar después de fallarle por enésima vez al cerrojo con la llave, entre imágenes difusas se encontraba con Georgina, que se estaba aprontando para ir a trabajar. Su esposa asimiló este escenario con gran tristeza. Primero porque ignoró sus constantes llantos y pedidos de cambio. Luego, porque la familia sentía física, mental y monetariamente las noches largas en la taberna local. Joe Bird no sólo había perdido su cabeza, sino también había perdido su capacidad de amar.
Quien supo ser el mandamás de la casa había perdido todo amor por parte de sus hijos. Era un vago que tomaba alcohol y que perdía trabajos constantemente a base de resacas y ausencias. Forzaba distintos traslados de la familia a la casa de sus abuelos para encontrar un poco de estabilidad.
Así, cada uno de los hermanos Bird tuvo que acostumbrarse a un estilo de vida de trabajo infantil. Al colegio por la mañana, una changa por la tarde y, si quedaba tiempito para algo más, algo para descontracturar antes de cenar. Allí fue cuando tanto Larry como el hermano menor, Eddie, desarrollaron su pasión por el básquetbol. Uno supo ser uno de los máximos íconos de los Boston Celtics, el otro tuvo la posibilidad de llegar a la NBA de la mano de Sacramento Kings.
Entre escenas repetidas, Georgina pasó del amor al cansancio y decidió cambiar, por su bien como el de sus hijos. Con todo el temor a su reacción le pidió el divorcio. Estaba harta de tener que lidiar con sus problemas como cargar con sus posturas machistas de poder salvarse por sí mismo. La falta de amor la había endurecido, no había química, ni charlas y sólo en sus descendientes halló el poco amor que le quedaba.
EL SUICIDIO
Cuando Joe Bird se divorció, no tenía un dólar para poder hacer frente a todas las obligaciones de su vida adulta. Debió volver a casa de sus ya ancianos padres para poder un techo. Allí empezó a mirarse en el espejo, como también a mirar a su padre. El pecho ya no estaba inflado, sino que estaba hundido. Las mentiras eran costumbre para ocultar que Joe no avanzaba, que había perdido a sus seres queridos y que tampoco tenía un rumbo.
Las pesadillas bélicas fueron caricias al lado de la realidad. Aquel héroe de guerra había perdido todo por lo que había luchado. Con suerte podía encontrarse con sus hijos, los cuales carecían de afecto hacia él. Los había decepcionado, los había forzado a trabajar a tempranas edades y vivir en condiciones imperdonables. Cúmulo para un último trago letal.
Su suicidio sucedió el 3 de febrero de 1975. El mismo Larry Bird luego afirmó que llamó a su madre para decirle que haría algo que le permitiría a la familia vivir mejor. Se disparó en la cabeza para marcar su final. El histórico de los Celtics luego afirmó: «Siempre sentí que mi papá no sólo se abandonó, sino que también abandonó a nosotros, sus hijos. Tenía a mis hermanos y a mi madre en casa. Así vi ese momento y así lo veo ahora. Fue shockeante. Estaba en shock. Pero fue sólo ese momento, la vida iba a seguir». Georgina luego afirmó que el ex jugador nunca derramó una lágrima ante tal triste final. Su muerte había sido mucho antes de aquel disparo.