Spencer Haywood empezó siendo el caso ejemplar de un jugador de la NBA con una historia superadora. Pero después, un hecho lo llevó a tomar una decisión que afortunadamente se arrepintió antes de que fuera tarde. Ira, adicción y un intento de asesinato fueron palabras que influyeron en un momento trascendental de su vida: las Finales de 1980.
Wood (uno de sus apodos) nació en Silver City, Mississipi. En un contexto difícil debido a la desigualdad y el racismo, vivió en una casa humilde que contaba con diez personas. A sus cinco años, fue a ayudar a su madre a recolectar algodón para recolectar cuatro dólares por día. “Las reglas eran diferentes para personas como nosotros en un lugar como ese. Simplemente vivíamos. Tuviste bebés y trabajaste y trataste de sobrevivir”, escribió Spencer en una carta personal.
A los 15 años, se mudó a Chicago y un tiempo después a Detroit. El básquet le dio la oportunidad de salir de ese ambiente crudo y agobiante. En 1967, se sumó al equipo del Pershing High School y logró el campeonato estatal. Más adelante, consiguió una beca para incorporarse a la Universidad de Detroit. En su segunda temporada, llegó a promediar 32 puntos y 22 rebotes por partido.
“El baloncesto me salvó de convertirme en un alcohólico, un adicto o un pandillero. Si no podés cantar una canción, o jugar al básquet o algo así, tenés que encontrar alguna manera”, afirmó Haywood.
Asimismo, fue partícipe de una conquista memorable en 1968: la medalla de oro con la selección de Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de México. De todos modos, el conflicto racial lo obligó a tomar la decisión de dejar la Universidad. Empezó jugando para Denver Rockets, equipo de la ABA, ya que no había cumplido con la regla de los cuatro años en el nivel universitario.
En la campaña 1969-70, llegó a disputar el Juego de las Estrellas de ABA porque promedió 30 unidades y 19,5 tableros en 45,3 minutos por encuentro. Inclusive, llegó a ser nombrado como el Jugador Más Valioso del torneo. Por ende, su brillante rendimiento lo catapultó en tan solo un año a la mejor liga del mundo. Desde la 1970-71, firmó con Seattle Supersonics para emprender un camino que parecía alejarlo de las malas influencias.
Para poder jugar, hizo un notable esfuerzo para que su caso fuera tenido en cuenta. De hecho, la corte suprema escuchó su demanda y provocó que se creara la “Hardship Rule”. De esta manera, le daba la chance de sumarse a la NBA a todos los jugadores que no habían cumplido con los cuatro años, pero se encontraban en una desesperante situación económica.
Así, Spencer Haywood arrancó con sus cinco campañas en Seattle Supersonics, de las cuales estuvo en el All Star Game en cuatro ocasiones (1972 a 1975). Y a su vez, integró el Mejor Quinteto del certamen en 1972 y 1973. Su promedio total con ese equipo fue de 24,9 puntos, 12,1 rebotes, 2,4 pases gol y 1,5 tapas por juego.
Después, comenzó a deambular por diferentes franquicias como New York Knicks (1975 a 1978) y New Orleans Jazz (1979). Y para la 1979-80, le apareció la chance ideal de unirse a una franquicia tan popular como Los Ángeles Lakers. Jack McKinney, entrenador del conjunto californiano, tuvo una intervención fundamental a la hora de reclutar al interno de 2m03.
DEL PRESTIGIO A LA EXCLUSIÓN
El inicio de la fase de regular 1979-80 fue más que prometedor para Spencer Haywood. Formó una dupla de interiores con Kareem Abdul-Jabbar y compuso un quinteto titular de primer nivel junto con el base de primer año, Magic Johnson. Y la presencia de Jack McKinney como coach principal fue muy importante.
Sin embargo, el DT sufrió un accidente con la bicicleta que lo dejó en coma. Por ende, y luego de apenas 13 partidos, Paul Westhead dejó de ser el asistente para convertirse en el entrenador en jefe. A partir de ahí, la carrera del centro nacido en Mississipi comenzó a entrar en declive.
Su rol pasó a ser de interno suplente, lo que redujo sus minutos de juego y sus números dentro de la cancha. Y a su vez, ingresó en una batalla durísima con la adicción. “Me sentía sin manos, como si ya no tuviera dedos. Magic me daba buenos pases, y yo no los podía alcanzar. Me negué a creer que fueran las drogas, a pesar de que estaba usando Quaalude, Valium, alcohol y otras cosas para reprimir la fiebre de la cocaína. Pensé que tal vez estaba dando demasiados giros en los pases, tal vez incluso para hacerme quedar mal”, dijo Spencer en una entrevista con la revista People.
La cocaína empujó a Wood al momento más crítico de su vida. Todo ocurrió durante las Finales de la NBA de 1980. Los Lakers se enfrentaron con Philadelphia 76ers con el fin de cosechar el primer título de la era Magic Johnson. Y afortunadamente conquistaron el trofeo Larry O’Brien, gracias a una histórica actuación del aquel entonces novato de la franquicia angelina. Pero una serie de eventos se transformaron en gotas que derribaron el vaso.
Durante un entrenamiento, Spencer Haywood se quedó dormido durante la eslongación. “Todo se desmoronó durante las finales de 1980 contra los Sixers. Después de quemarme el cerebro en un bar, fui a practicar. En la entrada en calor, me acosté y notaron que no me estaba moviendo. Mis compañeros me gritaban: “¡Wood!, ¡despertá!”. Y nada. Me sacudían y nada. Todo el equipo se reunió a mi alrededor, imaginando que estaba muerto. Finalmente me sacaron de allí y Westhead me envió a casa”, contó.
Y recibió la expulsión del equipo por parte de Paul Westhead sucedió después del tercer partido, ya que se peleó con dos compañeros de los Lakers: Brad Holland y Jim Chones. Entonces, Spencer pensó en el peor plan que pudo haber imaginado.
“Salí del Forum y conduje mi Rolls esa noche pensando en algo: que Westhead debía morir. En el calor de la ira y el aturdimiento de la coca, llamé a un viejo amigo mío, un verdadero gángster certificado. Nos sentamos y lo planificamos. Westhead vivía en Palos Verdes, y obtuvimos su dirección. Planeamos en sabotear los frenos de su coche”, relató Woody.
Pero hubo un lapso en que su cerebro le ofreció una mejor idea. Si bien estaba exhausto de su lucha con la adicción, se tomó el tiempo de recibir consejos de la guía en sus primeros años de vida: su mamá. “Llamé a mi madre en Mississippi. Se estaba muriendo de cáncer en ese momento. No le dije lo que estaba planeando, solo que estaba enojado. Ella me dijo: “Estás haciendo algo que no es bueno, ¿verdad? Si hacés algo malo, te entregaré yo misma. No crié un tonto”. Ella comenzó a llamarme cada 15 minutos, y hablamos mucho. Me hizo entrar en razón”, afirmó el formado en la Universidad de Detroit.
Inmediatamente, Spencer Haywood llamó a su amigo para cancelar el plan mortal. Aceptó recuperarse de su problema con la cocaína de la forma más natural y humana. Inició el proceso de rehabilitación contra las drogas después de su retiro como jugador. Luego de su paso fallido por los Lakers, estuvo un año en Italia y regresó a la NBA para jugar dos temporadas con la camiseta de Washington Bullets.
En 2015, tuvo el reconocimiento soñado porque fue incluido en el Salón de la Fama de la NBA. Este fue el premio mayor a un camino largo que implicó el proceso de recuperación de una batalla eterna contra la cocaína. Y como si esto fuera poco, un intento de asesinato al entrenador Paul Westhead. Spencer Haywood eligió el camino correcto y evitó un suceso muy trágico.
Spencer Haywood is now an official member of the Basketball Hall of Fame.
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— Denver Nuggets (@nuggets) September 12, 2015