La rivalidad entre Estados Unidos y URSS por modelos económicos tuvo un punto curioso en 1988. En pleno período de expansión significativa de la NBA por la aparición de Michael Jordan, la liga pisó territorio soviético. A través de los Atlanta Hawks, la competencia norteamericana llegó a Europa inclusive un año antes de la caída del muro de Berlín.
La gira de los Hawks por la URSS consistió en una serie de tres juegos en territorio soviético. La franquicia de Georgia venía de un gran año en la que firmó una marca de 50-32, sorteó a los Bucks (3-2) en la primera ronda de los Playoffs y cayó en un séptimo juego ante los Boston Celtics en las semifinales de conferencia. Por su parte, el elenco europeo aprovechó el escenario para iniciar su preparación de cara a los Juegos Olímpicos de Seúl. Una competencia en la que se quedó con la medalla de oro, superando por 82-76 a Estados Unidos en semifinales y por 76-63 a la Yugoslavia de Drazen Petrovic como Vlade Divac en la definición.
La gira fue organizada por Ted Turner (dueño de los Hawks), David Stern (comisionado de la NBA) y Michaeil Gorvachov (presidente de la URSS). Este último intentó mostrar que su política era de trasparencia como apertura. Una demostración que le pondría fin a la Guerra Fría, como también lo quitaría del cargo por reacción de la nación en 1991. Mientras tanto, la NBA tenía una chance ideal para expandir su inmenso mercado a la región más resistente de la cultura estadounidense en el planeta.
EL PRIMERO EN GEORGIA
Los Hawks disputaron el primero de sus tres juegos en la URSS en Tbilisi, la capital de Georgia. Chocaron en la tarde-noche del 25 de julio de 1988 ante un estadio marcado por la presencia de 10 mil personas asombradas por el encuentro. Los norteamericanos se impusieron 85-84 en un juego muy atractivo, cuyo resultado fue únicamente anecdótico.
A la hora de hablar sobre la travesía en la URSS, Jeremy Woo (de Sports Ilustrated) remarcó la sorpresa del conjunto de la NBA. Lejos del lujo y del glamour de la liga, el equipo no tuvo las comodidades a las que estaba acostumbrado. No tuvo vuelos charters, sino comunitarios con otras personas como animales. Tampoco se hospedó en hoteles de cinco estrellas, sino en algunos sin aire acondicionado. duchas frías y comidas limitadas. El plantel de Mike Fratello comprendió que el viaje era más una travesía, una posibilidad de conocer algo surrealista para la mirada estadounidense.
De a poco, aquel conjunto desconocido de la URSS pasó a ser visto como acompañante de lujo. Aleksandr Volkov, quien luego jugó para los Atlanta Hawks entre 1989 y 1992, fue el primero en quebrar el hielo. Luego se sumó el lituano Sarunas Marciulionis, uno de los grandes líderes de aquel plantel de la URSS quien jugaría en la NBA entre 1989 y 1996. Con el correr de los días, hubo una unión entre ambos grupos. Dominique Wilkins, uno de los más veteranos de aquel plantel de los Hawks con 28 años, era el más reacio a relacionarse según Woo.
Incluso el mismo Volkov, que se mostró muy interesado en conocer a sus ídolos, recordó la etapa previa a la llegada del equipo NBA. «Cuando nos dijeron que los Hawks podrían venir, eran todas risas. ‘Claro, claro, los Atlanta Hawks van a venir a la URSS’, y nos seguíamos riendo. Pero el tiempo fue pasando, llegó el momento y realmente venían los Hawks. No lo podíamos creer», rememoró Woo en su artículo para Sports Ilustrated.
EL TRIUNFO SOVIÉTICO
El segundo asalto del tour de tres juegos también acabó en manos de los Hawks con un 110-105 sobre la URSS. Esta vez la ciudad fue Vilnius, Lituania, donde el juego tuvo que ir a un exhaustivo tiempo suplementario. Atlanta supo sobreponerse al cansancio de estar lejos de casa, el agotamiento de duras jornadas para sus estándares como el juego físico del local. Ahí fue cuando Dominique Wilkins brilló a la hora de los momentos claves en lo que fue su último partido de la gira. El tercero, en Moscú, no lo disputó por perderse el avión que partió hacia territorio ruso.
En la capital rusa, la URSS tuvo su ansiada revancha. El 132-123 ante su gente fue un alivio como una motivación para el combinado de la URSS. Tras vencer a uno de los mejores equipos de la NBA en aquel momento, el combinado tenía lo suficiente para sortear a un equipo universitario estadounidense en Seúl. Steve Holman habló de la cena postpartido (la cual fue costeada por la NBA), su abundancia y bromeó: «Pensábamos que íbamos a la silla eléctrica después de semejante banquete».
Los Hawks estuvieron más unidos tras su regreso de la URSS. Mejoraron la marca a un 52-30 en la 1988-89, pero se toparon con unos sorpresivos Bucks en la primera ronda que tuvieron su venganza. Dejaron ir a Mike Fratello tras el 41-41 en la 1989-90, la cual puso fin a una racha de cuatro apariciones consecutivas en postemporada.
De a poco, los del estado de Georgia se fueron desarmando. Las ventanas de títulos se fueron cerrando para un equipo que tuvo que esperar hasta 1994 para volver a ganar al menos 50 juegos de fase regular. Sin embargo, todos los integrantes se retiraron con una historia única. Fueron testigos del comienzo del final de la Guerra Fría con una travesía por las ya no tan desconocidas tierras de la URSS.
