Michael Jordan había sido elegido en el Draft de 1984. Cuatro años después, ya estaba dando saltos muy altos hacia la grandeza. Todavía no habían llegado los campeonatos, pero sí estaba retratando momentos icónicos en la mejor liga del mundo. Y no solo los hacía en la fase regular.
El 6 de febrero de 1988, participó del Concurso de Volcadas en la ciudad de la franquicia que representaba, Chicago. El número 23 de los Bulls había ganado la edición de 1987, por lo tanto se encargó de defender el título en frente de su público. Pero la tarea no era para nada fácil, ya que su principal competidor era Dominique Wilkins, estrella de Atlanta Hawks.
De hecho, Wilkins tuvo mejor puntuación que Jordan en la primera ronda, debido a que terminó con 96 tantos. Dos puntos de diferencia que Su Majestad, quien finalizó con 94. En dicha instancia eliminaron a Jerome Kersey (Portland Trail Blazers), Greg Anderson (San Antonio Spurs) y Spud Webb, compañero de Dominique en Atlanta.
Michael Jordan dejó indicios en las semifinales de lo que sucedería luego en la final. En su primera volcada, corrió desde el aro contrario hasta la línea de tiros libres y saltó hacia el aro sin errar. Tomó un vuelo que comenzó a impresionar a los espectadores, si bien se venían acostumbrando de sus maniobras desde los inicios de su carrera. Otro de sus mates fue corriendo desde un costado y saltando con la pelota en una mano y de reversa. Esto le permitió acumular un total de 145 unidades en la segunda ronda.
Por otro lado, Dominique Wilkins estuvo haciendo lo suyo en las semifinales y culminó con 143. Así, se hizo un lugar en la fase definitiva del Slam Dunk Contest de 1988. Además, ayudó a dejar en el camino a Clyde Drexler (Portland Trail Blazers) y Otis Smith (Golden State Warriors).
One of the greatest dunk contests in NBA history: Watch as Michael Jordan and Dominique Wilkins reflect on their epic showdown in the 1988 Slam Dunk Contest in Chicago. #NBAVault
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— NBA History (@NBAHistory) January 12, 2021
Jordan y Wilkins protagonizaron la gran final del concurso. La figura de Atlanta Hawks arrancó con dos puntuaciones perfectas de forma consecutiva (50 puntos). Lo cual fue un desafío importante para el escolta de Chicago Bulls porque había conseguido una puntuación perfecta y otra de 45 unidades.
Otra fue la historia en el tercer y último intento. Dominique recibió un 47, lo que sorprendió hasta el mismísimo Michael Jordan. “Estaba shockeado. Yo le hubiese dado un 49 a o un 50”, dijo en su momento. Esto demostró que ese concurso de volcadas tuvo todo lo necesario para convertirse en el mejor de la historia de la NBA.
Llegó la última oportunidad para MJ. Tenía que llegar a 48 para empatar o a 49 para ganar. Los 47 tantos de Wilkins significaron un pequeño margen para que el número 23 del conjunto de Illinois concretara la épica remontada. Entonces, hizo una volcada que lo bautizó a partir de ahí como “His Airness” o “Air Jordan”.
Agarró el balón y regresó al aro contrario, con el objetivo de empezar la corrida desde ese sector. De esta manera, tomó velocidad y una mayor capacidad para el despegue. Se elevó desde la línea de tiros libres y voló hacia el aro para dibujar un mate que quedó retratado en posters para que todo el mundo lo pudiera pegar en las paredes de sus casas. Y pasaron los años, pero ese marco quedó firme debido a la historia de ese mate. Como si fuera una pintura de la época del Renacimiento.
Después, Michael Jordan contó quién le tiró la idea, Julius Erving. “Miré hacia los palcos y me encontré con el tipo que empezó todo, el Dr. J. Me dijo que retrocediera hasta el final, recorriera la longitud de la cancha y luego saliera de la línea de tiros libres. Y lo hice”, afirmó.
La espina de la derrota quedó clavada. Pero no faltó el reconocimiento hacia “His Airness”. “Cuando estás en la ciudad natal de alguien, siempre es difícil. Pero tenía una gran volcada, hay que admitirlo. Si alguien me va a ganar, prefiero que sea él”, aseguró Dominique Wilkins.
El Slam Dunk Contest de 1988 quedó en las memorias indelebles de la mejor liga del mundo. En primer lugar, por la fenomenal competencia que brindó Wilkins, referente de Atlanta Hawks de aquella década. Por el nacimiento de un nuevo apodo para Michael Jordan, como producto de su obra de arte en la edición del Juego de las Estrellas que se realizó en Chicago, la ciudad que conquistó con sus volcadas y campeonatos.
