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04/01/1984

La marca que Adrian Dantley le igualó a Wilt Chamberlain

El 4/1/1984, el alero del Jazz logró una marca histórica de tiros libres convertidos (28 en 29 intentos), durante el triunfo ante Rockets 111-106.

Adrian Dantley
Adrian Dantley fue una de las grandes leyendas anotadoras de la NBA (FOTOGRAFÍA: Twitter @jkubatko)

La noche en la que Adrian Dantley, estrella de Utah Jazz, convirtió 28 de 29 tiros libres, no solo alcanzó la célebre marca de 46 puntos anotados en un partido, sino que igualó a Wilt Chamberlain en la mayor cantidad de lanzamientos desde la línea de personales convertidos en un partido, marca que se ostentaba desde el 2 de marzo de 1962.

¿Cuándo ocurrió esta proeza de Dantley? El 3 de enero de 1984. Aquella célebre noche, Utah derrotó a Houston Rockets 116-111 en Las Vegas y alcanzó, con ese triunfo, un récord de 21-12 en la Midwest Division.

Aquel equipo conducido por Frank Layden, que hizo las veces de local en el Salt Palace, finalizaría aquella temporada con récord 45-37 (1° en su División) y se despediría en Semifinales de Conferencia tras perder cuatro juegos a dos contra Phoenix Suns.

En Primera Ronda de postemporada, derrotaron 3-2 a Denver Nuggets.

¿QUIÉN FUE ADRIAN DANTLEY EN EL BÁSQUETBOL?

Asesino deportivo silencioso, ojos apagados, gesticulación inexistente. Anotador compulsivo de inteligencia por encima de la media. Un alero despiadado, con mucha fuerza para atacar el aro y también destreza para sus lanzamientos de rango medio, sin ser un especialista detrás del arco.

Nacido el 28 de febrero de 1955, Dantley fue la concentración y la obsesión por la anotación hecha persona. Uno de los mejores atacantes de la historia de la NBA. Sus números hablan por sí solos: 23.177 unidades convertidas, noveno en la lista de goleadores de todos los tiempos para el día de su retiro, con 54% en tiros de campo (un número ridículo para un jugador de posición perimetral), y con más de 30 puntos por partido durante cuatro temporadas en fila.

“Mucha gente no me conoce. Bueno, no es asunto mío asegurarme de que me conozcan. Esta es mi personalidad, y la gente o los entrenadores o quienquiera que sea tendrá que adaptarse a ella. No me vas a cambiar. No seré alguien que realmente no quiero ser. Por esa razón, supongo que muchos me malinterpretan”, le confesó al periódico Los Angeles Times, tras una carrera poco usual en la NBA.

Dantley nunca fue campeón de la NBA y por eso muchas veces fue juzgado. Y digamos todo: era egoísta, no le gustaba defender y tampoco correr la cancha. Como un amuleto en contrario de los equipos que pretendían más que ver a un anotador elite en sus equipos. Sin embargo, fue dos veces goleador de la NBA, formó parte del equipo campeón en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 (anotó 32 puntos en 30 minutos en el juego por la medalla de oro),  y fue elegido Novato del Año en 1977. Además, fue seis veces All-Star y formó parte de dos All-NBA Team.

“En todos los niveles, se suponía que no debía hacer lo que hice”, dijo al final de su carrera. “Pero lo hice”.

Dantley, uno de los aleros más prolíficos de todos los tiempos y uno de los menos comprendidos por entrenadores, compañeros, y público en general, jugó para siete equipos diferentes, pero su corazón y su legado siempre estuvo en el Jazz.

ADRIAN DANTLEY, UNA MENTE SUPERIOR

El periódico Dallas Morning News publicó una anécdota de la infancia de Dantley que lo pinta de cuerpo entero: cuando se encontraba en noveno grado, Adrian obtuvo un 99 en una prueba de historia. Fue difícil de asumir porque ningún otro estudiante de la clase había superado la puntuación de 80. Su maestro, Morgan Wooten, también coach de básquetbol de Dantley, pensó que había hecho trampa. La solución fue exponerlo: le pidió que se ponga de pie e inició una tanda de preguntas frente a toda la clase que recibió respuestas sin fisuras del joven alumno.

“Los ojos de Adrian chispeaban”, dijo Wooten, recordando la historia. “Le dije: ‘No te voy a mentir. Hoy me enseñaste algo como docente. Nunca debí haber hecho eso. Debería haber adivinado que se podría aplicar la misma disciplina a un libro que a una pelota de básquetbol. Nunca debí haberte subestimado”.

Adrian Dantley
Siendo solo un jovencito, Dantley representó a Estados Unidos en los JJOO de Montreal 1976 y logró el oro (FOTOGRAFÍA: Gentileza Notre Dame basketball)

El carácter reservado de Adrian se gesta en su infancia en Washington D.C., en el mismo barrio en el que creció Elgin Baylor, su ídolo, y Austin Carr. Con el divorcio de sus padres a sus 3 años, Dantley pasó a vivir con su madre, su tía y una prima. Sufrió mucho con esa situación y se volvió introvertido, al punto tal de que ya nadie pudo saber cómo se encontraba realmente al ser consultado. Desde muy pequeño combatió contra sus propios demonios.

“Incluso cuando era un niño, no podía entender a Adrian. No podía lograr que sonriera”, le dijo su madre, Virginia, al escritor Thomas Bonk, en una nota recolectada por NBA.com. “Aún le pregunto, ‘¿Cómo va todo?’ Porque. con él, nunca se sabe”.

A los 12 años, Dantley se dedicó de lleno al básquetbol. “Me guardé mucho las cosas para mí”, dijo. “No tenía una imagen paterna cerca. Fue duro para mí no tenerlo”, señaló.

Desde que era solo un jovencito se entrenó de manera obsesiva. Pedía la llave al coach Wooten y llegó a practicar sin descanso, incluso en el Día de Navidad. Combatió el escepticismo generalizado. Llegaron a llamarlo “Baby Huey” por su prominente trasero, y pese a que muchos pensaban que con su metro noventa y seis centímetros y sus 111 kilos era demasiado petiso y gordo para ser una estrella, se encargó de demostrar que estaban muy equivocados. Llevó a DeMatha a un récord de 57-2, conquistando la distinción All-America de high school.

“No puedo salir y entregar una sonrisa falsa como lo harían otros jugadores”, dijo Dantley. “Algunas personas dirán: ‘Oh, mira ese falso’. Cuando hago algo, es legítimo “.

Y cuando llegó a Notre Dame para jugar básquetbol universitario, volvió a ser subestimado, algo que se transformó en combustible para su evolución: promedió 25.8 puntos en tres temporadas, fue dos veces All-America y luego se inscribió en el Draft NBA, siendo elegido por los Buffalo Braves,  en la sexta elección de la primera ronda.

UN ANOTADOR ELITE EN MÚLTIPLES EQUIPOS

Cuando llegó a los Braves, se convirtió en un goleador de inmediato. Tan es así que en su primera temporada en la mejor liga del mundo, se erigió en Novato del Año con promedios dominantes de 20.3 puntos y 52% en tiros de campo.

Fue breve su paso por Buffalo, ya que al cierre de ese año fue cambiado, junto a Mike Bantom, a Indiana Pacers por Billy Knight, pero tras solo 23 partidos en el estado de Hoosier fue enviado a Los Angeles Lakers junto a Dave Robisch por el centro James Edwards y Earl Tatum. Dantley finalizó la temporada 1977-78 con los Lakers, quienes contaban en aquel año con Kareem Abdul-Jabbar y Jamaal Wilkes, y promedió 21.5 puntos.

Adrian Dantley
Dantley fue inducido al Salón de la Fama en 2008 (FOTOGRAFÍA: Twitter @hoophall)

Cotton Fitzsimmons, entrenador del año en 1978-79 y 1988-89, supo decir que más allá de su habilidad anotadora, ningún equipo podía ganar con Dantley. Los Lakers cambiaron a Dantley a Utah por Spencer Haywood antes de la temporada 1979-80, lo que provocó un llanto juvenil sin igual del alero. Nunca esperó esa noticia.

Sin embargo, le sirvió: Adrian permaneció por seis años en Utah encontrando su mejor química con una franquicia.

Desde 1980-81 hasta 1985-86, señala NBA.com, Dantley promedió entre 26.6 y 30.7 puntos, incluidas cuatro temporadas consecutivas por encima de la barrera de los 30. Fue goleador absoluto de la NBA en 1980-81 y 1983-84, y estableció un récord en 1983-84 por requerir la menor cantidad intentos (18,2 por partido) para promediar al menos 30 puntos. Su habilidad para recibir faltas ciertamente ayudó, ya que Dantley anotó 813 tiros libres esa misma temporada (más de 10 por juego). Sin embargo, y pese a su brillo personal, Utah no pudo pisar la postemporada en aquellos años, lo que lo llevó a criticas diversas sobre su generosidad para con sus compañeros y con el juego en sí mismo.

Sin embargo, en 1983-84, ya con Frank Layden al frente del equipo, la franquicia no solo mejoró, sino que alcanzó los playoffs y perdió en Semifinales de Conferencia. Dantley, quien se había perdido 60 partidos en 1982-83 debido a una lesión en la muñeca, fue nombrado Comeback Player of the Year. “Lo amamos. Es nuestra piraña. Te comerá vivo. Podría anotar incluso en una fuerte tormenta en el mar”, dijo Layden sobre Dantley.

Dantley jugó dos años más en Utah, volvió a alcanzar en sendas ligas la postemporada, y luego fue canjeado a Detroit Pistons por Kent Benson y Kelly Tripucka en 1985-86, donde jugaría dos temporadas más. En el año 1988, Dantley defendió la camiseta de Detroit en las Finales NBA ante Los Angeles Lakers, serie en la que cayeron en siete partidos. Sin embargo, en el Juego 1 de aquella definición, Adrian convirtió 34 puntos con un recordado 14-16 en tiros de campo. Notable.

En la temporada siguiente llegó a Dallas Mavericks a cambio de Mark Aguirre y sufrió quizás una de las mayores decepciones de su carrera: tres meses después de ese trade, los Pistons se alzaron con el campeonato NBA, quizás lo que Dantley más deseaba en el mundo. Tras completar la temporada 1988-89 con 19.2 puntos de promedio, sufrió una fractura del peroné derecho que lo marginó por completo de las actividades por espacio de un año.

Tras convertirse en agente libre en 1989-90, recién pudo encontrar trabajo con Milwaukee Bucks para los últimos diez partidos de la temporada 1990-91. Jugó en Europa con la camiseta de Breeze Milan y promedió números asombrosos en el viejo continente: 26.7 unidades por aparición con 59.3% de porcentaje de tiros de campo.

Adrian Dantley, leyenda de la NBA, fue incluido en el Salón de la Fama en el año 2008.

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