Si hubo un jugador de la NBA que lidió constantemente con las malas noticias, ese fue Pete Maravich. “No quiero tener una carrera de diez años en la NBA y terminar muriendo de un ataque de corazón a los 40 años”, dijo en una entrevista en 1974 a Andy Nuzzo, periodista de Beaver County Times.
A lo largo de su vida, ocurrieron sucesos que fueron obstáculos a lo largo de su camino. En primer lugar, y tal como lo temía en aquella entrevista, su carrera duró apenas diez temporadas, debido a las constantes lesiones en las rodillas. Y eso que era una figura completa en la década de 1970, ya que era uno de los primeros jugadores en dominar desde el perímetro en una competencia monopolizada por los internos. De hecho, llegó a ser el primer emblema de New Orleans Jazz, antes de la mudanza de la franquicia a la ciudad de Utah.
Además, unos años antes del más trágico suceso, había sufrido el fallecimiento de sus padres. Sus problemas físicos y personales lo llevaron a convertirse en un cristiano muy fiel. Empezó a participar frecuentemente de las misas y las actividades sociales. “Quiero ser recordado como un cristiano, una persona que le sirve a Jesús al máximo, y no como un jugador de básquet”. Así se autodenominaba Pistol Pete.
Sin embargo, el 5 de enero de 1988 ocurrió el hecho más difícil de explicar. Ese día, Pete Maravich fue a jugar un partido de básquet al gimnasio de First Church of the Nazarene, en Pasadena, California. “Me siento genial”, es lo que les dijo a los presentes en aquel encuentro.
Durante la exhibición, ocurrió lo peor. Estaba yendo hacia un costado en plena acción, cuando un ataque cardíaco lo tiró al suelo. Inmediatamente, fue derivado al hospital St. Luke de Pasadena. Pero no pudo sobrevivir, pese a los esfuerzos del personal médico.
La predicción que nadie quería que se hiciera realidad. 14 años antes, había dicho en una entrevista que no quería morir de un ataque al corazón con 40 años de edad. En 1988, partió al cielo con esa misma edad, y por la causa que más temía que sucediera.
El periodista que le hizo aquella entrevista, Andy Nuzzo, recordó aquel momento de una manera triste. “Lo leí. Lo volví a leer. Y así una y otra vez. No lo podía creer. Todo sucedió tal y como dijo. Reconozco que sentí un poco de miedo”, le contó a Associated Press.
Los testigos del último partido de Pete Maravich, en esa exhibición en el gimnasio de First Church of the Nazarene, hablaron sobre el doloroso acontecimiento. “Maravich se estaba yendo hacia el otro costado cuando se cayó de manera sorpresiva. Estaba jugando muy tranquilo, pero sufrió el colapso y cayó. Nos dimos cuenta de inmediato de que era muy severo. Estuve seguro de que probablemente tuvo un ataque cardíaco”, dijo una vez a Los Angeles Times Gary Lydick, una de las personas que participó del partido.
El mundo de la NBA quedó shockeado por la partido de Pistol Pete. Sus compañeros, entrenadores y rivales expresaron el dolor por el fallecimiento del jugador con pasado en Atlanta Hawks, New Orleans Jazz y Boston Celtics.
“Fue un jugador realmente único que incorporó emoción y estilo a la liga en un momento en que la NBA realmente lo necesitaba. Es una verdadera tragedia. Era un tipo tan religioso, y estaba muy consciente del cuidado de la salud”, expresó Jerry West, símbolo de Los Angeles Lakers y la NBA.
Luego, los homenajes se reprodujeron en honor al gran Pete Maravich. El Jazz, franquicia donde jugó en la década de 1970, y New Orleans, ciudad donde estuvo antes de la mudanza a Utah, restiraron sus respectivas camisetas número 7. Asimismo, Atlanta Hawks retiró la número 44 porque fue el primer equipo de la NBA donde jugó Pistol Pete. A su vez, la NBA lo incluyó entre los 75 mejores jugadores de todos los tiempos.
As the @ATLHawks get set to retire “Pistol” Pete Maravich’s jersey tonight, take a 👀 back at some of his greatest @NBA highlights. 4️⃣4️⃣ pic.twitter.com/etmels9OXd
— NBA TV (@NBATV) March 3, 2017
Pasan los años, pero la marca de su repentina muerte quedó para siempre. Pistol Pete fue un jugador muy querido por el ambiente de la mejor liga del mundo. Su retiro fue muy temprando, debido a su potencial descomunal. Las lesiones no lo han dejado en paz durante sus diez campañas de carrera. Y tampoco tuvo suerte con la partida de este mundo. Tal como lo dijo en esa entrevista, se nos fue de la manera que menos quería: por un ataque de corazón y a los 40 años.