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Perfiles NBA: Tim Duncan y su liderazgo desde el ejemplo

Tim Duncan, el as de espadas con el que contó Gregg Popovich.
Duncan, casi sin querer, marcó el camino a seguir en los Spurs de Popovich (FOTOGRAFÍA gentileza de Antena 3).

El título tiene un error. Tim Duncan nunca quiso ser un líder, ni un ejemplo a seguir. De hecho, no estaba entre sus sueños infantiles llegar a la NBA. Más bien, todo lo contrario. Un hombre grande que simplemente quería disfrutar de su carrera y llegar hasta donde le alcance. Inexpresivo, con un perfil serio y sobrio. Poco atractivo para el marketing y los flashes.

Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, el de Islas Vírgenes se volvió un líder ‘sin querer’. Su perfil sentó las bases de una de las primeras dinastías del Siglo XXI. Quería ganar y quería ser el mejor, o al menos alcanzar su mejor versión. No tuvo el brillo tradicional de una superestrella y hasta fue etiquetado de ‘aburrido’ por su estilo de juego. Pero, tras su retiro, no quedaron dudas. El mejor ala-pivote que vio la liga.

Desde ese punto de partida inicia este viaje. Comprender cómo, junto a Gregg Popovich, cambió la mirada de la NBA. Cómo se transformó en un ejemplo sin el más ínfimo deseo de querer serlo.

LA NATACIÓN, SU PRIMERA PASIÓN

Tim Duncan nació el 25 de abril de 1976 en Saint Croix, Islas Vírgenes, producto de la unión entre Ione y William. A su vez, tuvo dos hermanas (Cheryl y Tricia) y un hermanastro (Scott). Toda la familia estuvo marcada por la práctica deportiva durante la infancia y adolescencia; casualmente (o causalmente) con un interés particular por la natación.

Cheryl fue campeona nacional antes de dedicarse a la enfermería. Tricia, la gran compinche de Tim, llegó a representar a Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988. Esto marcó el camino del ala-pivote que por aquel entonces se dedicó principalmente a nadar cuando no estudiaba. Su especialidad era la competencia libre, mostrándose como una gran promesa norteamericana. El camino proyectaba una presencia en Barcelona 1992 con tan sólo 16 años.

 

Sin embargo, dos sucesos cambiaron sustancialmente su vida. Primero, en septiembre de 1989, el Huracán Hugo azotó las Islas Vírgenes y destruyó la única pileta olímpica de Saint Croix. Así, se vio forzado a nadar en el océano, pero Duncan no continuó por su temor a los tiburones. Esta combinación lo llevó a dejar la natación.

No obstante, lo peor sucedió casi siete meses después. El 24 de abril de 1990, a un día de su 14° cumpleaños, su madre Ione falleció a causa de un cáncer mamario. Unos días antes de su muerte le prometió que iría a la universidad y se graduaría.

UNA META INNEGOCIABLE

Tim Duncan, licenciado en psicología.
Tim Duncan obtuvo su título de licenciado en psicología en 1997 (FOTOGRAFÍA gentileza Greensboro News and Record).

Tim Duncan necesitaba algo que acompañe su promesa de vida y Scott, su hermanastro, dio en la tecla. Le sugirió practicar básquetbol para aprovechar su altura como dominio del cuerpo. Se presentó a las pruebas para ingresar al equipo de Saint Dunstan’s Episcopal High School e ingresó por su físico más que por su habilidad. «No tenía interés en ir a la NBA», señala en el libro ‘Tim Duncan: Slam Duncan’ de Kevin Kernan.

Si bien recibió burlas por la falta del control del cuerpo, se logró acomodar. Su ética de trabajo, la misma que lo tenía como promesa en natación, fue marcando una evolución tan rápida como sorprendente. Cerró su último año con varias becas de universidades y una media de 25,0 puntos por juego.

Se inclinó por la Universidad de Wake Forest. ¿Para luego dar el salto hacia la NBA? No, para lograr su ansiada licenciatura en psicología. Su meta jamás dejó de ser cumplir la promesa que le había hecho a su madre. De hecho, su voluntad ante el estudio despertó la sorpresa de todos ya que era un erudito. Una figura muy lejana al deportista que ‘utiliza’ el básquetbol de la NCAA para dar el último salto hacia las ligas profesionales.

Esto jugó en contra de las aspiraciones de las franquicias, que buscaban recambio ante las inminentes partidas de históricos como Kareem Abdul-Jabbar. Duncan era apreciado por su gran trabajo de defensiva, que demostraba su ética de trabajo. A su vez, poseía la capacidad de anotar de media distancia, algo que no era tan usual en esa época. La combinación despertó el interés de toda la liga, inclusive de Jerry West, que lo quería para los Lakers.

Sin embargo, Tim Duncan se mantuvo firme a su promesa y la cumplió. Estudió los cuatro años necesarios para graduarse y lo hizo con honores. En la cancha, también maravilló a todos: mejor defensor del año entre 1995 y 1997; integró los quintetos ideales universitarios en 1996 y 1997; y fue seleccionado como el mejor jugador del año en 1997. Pudo llegar a la NBA en 1994, pero lo hizo a través del Draft de 1997.

DE PSICÓLOGO A TORRE GEMELA

Tim Duncan junto a David Robinson, su gran mentor.
David Robinson fue el gran mentor de Tim Duncan (FOTOGRAFÍA gentileza NBA.com).

El Draft 1997 tenía a Tim Duncan como pieza atractiva por su experiencia y talento contra un grupo de jóvenes. El medio The Baltimore Sun afirmó en la jornada previa a la selección que sería el número 1. «La diversión iniciará una vez que San Antonio elija a Duncan», señaló en su artículo del 25 de junio de 1997.

Era el jugador ideal para el equipo de Gregg Popovich. La franquicia había ganado 59 partidos y llegado a las semifinales de conferencia en la 1995-96. Sin embargo, la campaña siguiente estuvo marcada por una gran cantidad de bajas por lesiones. El 20-62 permitió hacerse con el número 1 del Draft 1997. Así, pudo contratarlo y que tenga de mentor al histórico David Robinson. «Las nuevas torres gemelas de la NBA» sentenció The Baltimore Sun antes de su eventual selección.

Pop se inclinó por un estilo de juego que priorizó a los dos internos. Como Duncan y Robinson podían anotar desde media distancia, podían alternar el juego de poste alto y poste bajo para golpear a las defensas rivales. A partir de ellos, la gran necesidad para los perimetrales era tener jugadores que podían eventualmente meter triples y anotar desde media distancia. Con una ofensiva de tres perimetrales y dos internos ya estaba generando algo cercano a lo que en 2022 se cataloga como ‘básquetbol moderno’. San Antonio tuvo una gran temporada 1997-98. Ganó 56 juegos, volvió a Playoffs y llegó a las semifinales de conferencia antes de perder con el Jazz. Luego Utah dijo presente en las finales, pero Chicago ganó el último de sus seis anillos en la era Jordan.

Duncan mostró su potencial de leyenda desde el primer año. Promedió 21,1 puntos, 11,9 rebotes y 2,5 tapas en 39,1 minutos por encuentro. Hizo méritos suficientes para ser indiscutiblemente el novato del año. Además, fue el 43° rookie que terminó siendo seleccionado para el Juego de las Estrellas. Formó parte de un evento recordado por las presencias de Jordan y Kobe Bryant. Pero, cuando le preguntaron si idolatraba al 23 de Chicago, respondió: «No, no me gusta Jordan. Lo respeto. Pero no estoy impresionado por él. De hecho, nadie me impresiona».

El foco de Tim seguía centrando en jugar e intentar ganar. Eso llegó en el segundo año de su carrera, tras el segundo retiro de Jordan. San Antonio logró el título tras un paso casi perfecto en los Playoffs que incluyó un 4-1 a los New York Knicks en las finales. Duncan promedió 27,4 puntos, 14,0 rebotes y 2,5 tapas para ser el MVP de la definición. Además, en ese año registró la primera de sus ocho apariciones en el primer quinteto ideal de jugadores defensivos.

LA ÚNICA CHANCE DE PARTIR

San Antonio ingresó a la 1999-2000 con la intención de lograr un bicampeonato. Tim Duncan no sólo mantuvo su nivel, sino que lo mejoró. 23,2 puntos y 12,4 rebotes por noche, sus mejores registros en los primeros tres años de la carrera. El ala-pivote estuvo en la discusión por el MVP, aunque este terminó en manos de Shaquille O’Neal, quien se había sumado a los Lakers para la campaña. A pesar de la negativa, hizo méritos para integrar tanto el quinteto ideal como el quinteto ideal defensivo de la liga. No obstante, una lesión en la rodilla izquierda lo dejó fuera de los Playoffs. El equipo sintió su baja al ser rápidamente marginado por los Phoenix Suns (3-1) en la primera ronda de los Playoffs.

Al finalizar la temporada, Duncan era agente libre y su mirada estaba puesta en una salida. Si bien Popovich era un gran entrenador, tenía en claro que San Antonio necesitaba reformular su plantel. El cuarteto de Steve Kerr (35 años); David Robinson (35); Avery Johnson (35) y Mario Ellie (37) estaba próximo a retirarse. El equipo necesitaba talento joven. Manu Ginóbili ya había sido seleccionado por los Spurs, pero no debutó en la liga hasta el ocaso del 2002. Tony Parker (28° del Draft 2001) tampoco estaba en el radar del interno.

Mientras San Antonio se acercaba a una situación de reconstrucción, recibió una oferta irresistible del Orlando Magic. Podía unir fuerzas con un joven Tracy McGrady y Grant Hill. El ala-pivote recibió una tentadora oferta de 67.5 millones de dólares por seis años, uno de los mejores contratos de la liga por aquel entonces. Duncan estaba maravillado con la idea, tal es así que en 2008 admitió: «Estuvo mucho más cerca de lo que todos creen». Pero finalmente rechazó la chance y siguió en Texas.

La incógnita quedó abierta desde el 2000 y se acentuó en 2008 con los dichos de Duncan. Nadie supo realmente lo que sucedió hasta 2018, cuando el mismo Grant Hill confirmó parte de la verdad. Estaba todo prácticamente dado para que Duncan se sume a Orlando, sólo faltaba concretar una última charla. Una cena con Hill, Duncan, Doc Rivers -entrenador del Magic por aquel entonces- y Scott -hermanastro de Duncan-.

La reunión marchaba en buenos términos hasta que Scott le preguntó a Doc si parte de la familia podía viajar con el equipo. El coach respondió con un filoso ‘no’ que cambió el ánimo de todos los presentes. Paul Pierce, quien luego fue dirigido por Rivers en los Celtics, añadió en The Jump (ESPN) que Rivers modificó esa regla ante la negativa de Tim Duncan.

Dos años más tarde, tras la masificación de dicha historia, Doc Rivers habló al respecto. El entrenador desmintió y marcó que esa regla sólo se aplicaba a algunos partidos. Además, añadió algo que el mismo Duncan confesó en Champions Revealed (2014). El ala-pivote habló con Popovich tras la famosa reunión y el entrenador le dijo que iba a respetar cualquier decisión que tome. Esa libertad y el poder de convencimiento de Pop terminó decantando la decisión del interno. «Sentí confianza de quién lideraba el equipo y sabía que tenía interés en mejorar la situación. Eso me hizo quedarme», marcó en el documental tras el quinto título de la franquicia. Finalmente, renovó por tres años y casi 32 millones de dólares.

MVP POR DUPLICADO

Los Spurs habían escapado a la posibilidad de una partida de Duncan, pero sabían que con la renovación del ala-pivote no bastaba. El equipo debía iniciar un reordenamiento ante el inevitable  final de carrera de varios de sus jugadores claves.

La 2000-01 inició con Derek Anderson en el plantel. El escolta firmó contrato por un año y se volvió el segundo máximo anotador (15,5) del equipo, justo por detrás de Tim Duncan (22,2). Timmy terminó segundo en la carrera por el MVP, siendo únicamente superado por Allen Iverson. Por su parte, el equipo terminó la fase regular con un 58-24. Sin embargo, tras vencer a Timberwolves (3-1) y Mavericks (4-1), San Antonio se quedó en la puerta de un ingreso a las finales ya que fue barrido por los Lakers de Shaq y Kobe.

La siguiente campaña empezó a marcar el nuevo camino de los Spurs. El equipo fichó a un joven Tony Parker proveniente de Francia y a Bruce Bowen en la agencia libre; dos jugadores que serían clave en la dinastía junto a Pop. Esta terminó con un resultado similar a la pasada. San Antonio sorteó a Seattle (3-2) en la primera ronda de los Playoffs. Pero volvió a caer a manos de los Lakers en la siguiente instancia (1-4).

Aquella campaña fue histórica para Duncan. 25,5 puntos, 12,7 rebotes, 3,7 asistencias y 2,5 tapas de media por noche. Dominio total por parte de un ala-pivote que lideró a su equipo a conseguir 58 victorias por segunda vez consecutiva. Esa vez no hubo dudas: ganó el premio MVP con un total de 57 votos para el primer puesto. Vestido con un atuendo muy particular para recibirlo, se unió a David Robinson como los únicos jugadores de la franquicia en hacerse con el galardón.

Si bien ese parecía haber sido el pico de su carrera, la 2002-03 fue aún mejor. Ya con Manu Ginóbili a su lado y un equipo más funcional que el año anterior, sacó a relucir todo su talento. Comandó una marca de 60-22 con promedios de 23,3 puntos, 12,9 rebotes, 3,9 asistencias y 2,9 tapas en 39,3 minutos por juego. Así, hizo méritos para superar a Kevin Garnett y hacerse con su segundo premio de MVP consecutivo. El cuarto de los siete jugadores en lograrlo en años consecutivos. Aquel jovencito del que se reían por su manera de moverse estaba en la cima del mundo.

SI ÉL LO HACE, NOSOTROS TAMBIÉN

Tim Duncan escucha a Popovich durante un tiempo muerto.
La forma de ser de Tim Duncan marcó la línea para el resto de los Spurs (FOTOGRAFÍA gentileza CGTN).

Resulta importante poner un alto en este punto de la historia. Tim Duncan volvía a estar a meses de una nueva agencia libre y en ese entonces era el jugador más codiciado de la liga. Ya por ese entonces era una leyenda viviente: dos MVP; un campeonato; un MVP de finales; novato del año; cinco selecciones a los Juegos de las Estrellas en seis años; cinco de sus siete presencias consecutivas en los quintetos ideales y quintetos ideales defensivos de la liga. Un currículum que muchos sueñan para toda su carrera en tan sólo siete años.

Lo que rodeaba al ala-pivote era un escenario que claramente indicaba un cambio. David Robinson, al igual que Steve Kerr, estaba a punto de ingresar a la que sería la última postemporada de su carrera. Además, el equipo tenía nuevos jugadores que todavía se estaban adaptando al sistema de Popovich.

Con su manera de ser, y sin alardear sobre el rol, se volvió un líder. Comprendió que las miradas de sus compañeros estaban centradas sobre él y no sobre su mentor. «Nos costaba comprender a Popovich, nos gritaba mucho. Pero después veíamos que él -Duncan- bajaba la cabeza, entendía su manera de dirigir y seguía. Si él lo hacía y lo aceptaba, nosotros entendíamos que teníamos que hacerlo», marcó Ginóbili en Champions Revealed. A su vez, el entrenador siempre atribuyó que pudo sostener su manera de trabajar porque el equipo se lo permitió.

Duncan sentó el código de convivencia con su manera de jugar, entrenar y comportarse. Ofició de nexo entre aquellos veteranos en partida; los ‘nuevos’ en su camino a adaptarse a una realidad distinta y el mismo Popovich. Sin ser callado y, a la vez, evitando la verborragia, estableció lo esperable para cada una de las partes.

Ahí estuvo la gran clave de lo que vendría en los años siguientes. Un camino que quedó marcado a fuego por la obtención de tres títulos en cinco años. A su vez, tras ganar el MVP de las finales del 2003, pudo haber impulsado a que Ginóbili lo gane en 2005. No obstante, quedó en sus manos. Luego, Parker encontró el camino para hacerse con el trofeo en la conquista del 2007. Así, Duncan cerró su décimo año en la NBA con cuatro títulos. El salón de la fama lo esperaba aún si ponía un alto en su carrera a los 30 años.

EL SUEÑO OLÍMPICO QUEDÓ EN UNA PESADILLA

Tim Duncan participó en un sólo Juego Olímpico durante toda su carrera (FOTOGRAFÍA gentileza Viva Básquet).

Tras la conquista del título en la 2002-03 y una 2003-04 en la que empezó a ser el capitán del equipo, Tim Duncan tuvo la chance de disputar sus primeros Juegos Olímpicos. Casi 12 años más tarde de aquella trunca posibilidad como nadador. Pudo hacer su aparición como basquetbolista de Estados Unidos en vez de Islas Vírgenes en Atenas 2004.

Si bien esa iba a ser su primera presencia en un torneo intercontinental, ya había debutado en la mayor estadounidense. Previamente había disputado los Preolímpicos de San Juan, Puerto Rico, en 1999 y 2003, consiguiendo el título en ambas instancias. Tuvo la chance de formar parte del plantel de los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, pero una lesión en su rodilla izquierda lo privó del certamen.

El plantel de San Juan 2003 invitaba a pensar en la medalla de oro, pero tuvo una modificación drástica por la negativa de varias jugadores. Jason Kidd, Ray Allen y Tracy McGrady habían sido algunos de los que habían integrado el plantel clasificatorio pero que luego no harían su aparición en la ciudad australiana. Así, Duncan quedó rodeado de Iverson y Jefferson como los únicos sobrevivientes del título en Puerto Rico. El plantel se completó con varios jugadores de rol, además de los jóvenes LeBron James, Carmelo Anthony y Dwyane Wade.

El equipo de Larry Brown tuvo un inicio más que olvidable. Derrota ante Puerto Rico por 92-73, la caída por mayor diferencia de la historia del seleccionado y la cuarta con. Una señal de lo que fue esa fase de grupos en la que el equipo avanzó con una marca de 3-2. La otra derrota fue a manos de Lituania.

Tras sortear a España en cuartos de finales (102-94), llegó la que posiblemente haya sido la peor derrota de la historia estadounidense. Un adverso 89-81 frente a Argentina en semifinales, la única caída en partidos de eliminación en Juegos Olímpicos. Ginóbili fue el máximo verdugo con 32 unidades. Duncan (10) acabó maniatado por la defensa del elenco de Rubén Magnano, siendo principalmente defendido por Luis Scola y Fabricio Oberto.

El certamen pasó de sueño a pesadilla a pesar del ínfimo mimo de conseguir una medalla de bronce tras tener revancha ante Lituania (104-96). El ala-pivote cerró su paso con 12,9 puntos, 9,1 rebotes y 1,3 tapas por encuentro.

La falta de compromiso de sus compatriotas cambió profundamente la mirada del jugador. Fue convocado para tener revancha en el Mundial de Japón 2006 (3° puesto) y los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 (medalla de oro). Sin embargo, rechazó la invitación en enero del 2006 a través de un comunicado oficial. «No tengo ningún interés en eso», respondió unos días más tarde en conferencia de prensa.

GANAR BIEN, PERDER BIEN

La llegada de Kawhi Leonard le dio a los Spurs una última chance de pelear por el campeonato en la era Tim Duncan (FOTOGRAFÍA gentileza El Gurú del Basket).

Tras la conquista del título en 2007, el cuarto en la carrera de Tim Duncan, San Antonio vivió una nueva etapa de recambio. El equipo mantuvo la base del interior junto a Parker y Ginóbili, pero el resto de los jugadores fue cambiando. Bruce Bowen, Robert Horry y Michael Finley fueron algunos de los nombres que fueron poniendo puntos finales a su paso.

La ley Popovich debió cumplirse en ese entonces: «Para ganar bien hay que saber perder bien. Y siempre hay que irse con la frente en alto». Los años siguientes fueron marcados por un ida y vuelta de nombres. Sin embargo, a diferencia de otras franquicias, los distintos integrantes del plantel siempre relegaron ofertas suculentas para tener espacio salarial para firmar buenos jugadores de rol. Así, el equipo mantuvo viva la racha de apariciones consecutivas en Playoffs. Una identidad que permitió clasificar desde 1998 hasta 2019 sin interrupciones.

A pesar de esta falta de nivel colectivo para llegar a las instancias finales, Duncan mantuvo una racha de al menos 20 puntos y 10 rebotes por temporada hasta la 2009-10 inclusive. No dejó de integrar Juegos de las Estrellas -su racha recién se cortó en 2012-, quintetos ideales y quintetos ideales defensivos. El interno era el as de espadas de una franquicia que siempre se mantenía competitiva.

La historia tuvo un nuevo vuelco en 2011, cuando la franquicia hizo un movimiento sorpresivo. Dejó ir a George Hill, uno de los compañeros favoritos de Duncan y Ginóbili, para hacerse con los servicios de Kawhi Leonard. El alero llegó vía traspaso en la noche del Draft, algo que demoró unas semanas en ser realmente aceptado por el equipo.

La mirada sobre dicho movimiento cambió rotundamente con el correr de la 2011-12. San Antonio registró un 50-32 que lo posicionó como el mejor equipo del oeste en la fase regular. Luego, barrió a dos formidables rivales como Utah Jazz y Los Ángeles Clippers en las primeras rondas de los Playoffs. Abrió la definición regional con un 2-0 sobre Oklahoma City Thunder, pero este remontó de la mano del trío joven de Kevin Durant, James Harden y Russell Westbrook. A pesar de no terminar la campaña de la manera deseada, el combinado volvió al camino que quería.

LA DERROTA MÁS DOLOROSA DE TODAS

Tras la bocanada de aire fresco de la 2011-12, el equipo estaba listo para tener su revancha. El plantel tuvo las bases de su juego basado en el movimiento del balón todavía más firme, lo que permitió un mejor rendimiento. Incuestionablemente llegó a las finales: 58-24 en fase regular para ser el mejor del oeste; 4-0 a Lakers; 4-2 a Warriors y 4-0 a Grizzlies para decir presente por quinta vez en su historia.

Ese fue el mejor de los últimos seis años de la carrera de Tim Duncan. Promedió 17,8 puntos, 9,9 rebotes y 2,3 tapas. Volvió al Juego de las Estrellas tras la interrupción del 2012. Integró el quinteto ideal de la liga después de seis campañas y por última vez en su trayectoria. Se sumó al segundo mejor quinteto defensivo, cortando así una sequía que arrastraba desde el 2010. Como si todo esto fuese poco, cerró la fase regular como el máximo anotador de la historia de los Spurs al superar a George Gervin.

Ya en las finales, el equipo se midió con el Miami Heat, que había ganado la anterior edición. Un clutch Tony Parker en el primer juego; 16 triples en el tercer cotejo; y 107 de los 114 puntos del quinto anotados por los titulares puso a los Spurs 3-2 de cara al sexto encuentro de la serie.

El 18 de junio del 2013 entró a la historia por varias razones. San Antonio visitó a Miami con la intención de sellar su quinta conquista y Tim Duncan no perdió el tiempo. 25 puntos (11/13 de campo) y 8 rebotes en la primera mitad para liderar el 50-44 del elenco vestido de negro. La mayor cantidad de tantos anotados en una parte de un partido durante toda su carrera.

 

Sin embargo, el equipo de Popovich tuvo un colapso en la segunda mitad. Duncan conectó tan sólo dos de sus siete lanzamientos, y el equipo desaprovechó una ventaja de cinco unidades a 30 segundos del final. El ala-pivote salió del campo para las últimas dos ofensivas del Heat en el tiempo regular ya que Pop buscaba un jugador más ágil para contrarrestar a la vertiginosidad del Heat. El resultado de esta táctica fueron dos rebotes ofensivos, incluyendo el último por parte de Chris Bosh para el triple desde la esquina de Ray Allen en pos de empatar el juego.

San Antonio no se recuperó de semejante golpe propinado por Allen, aquel ex compañero de Duncan en San Juan y ausente en Atenas. Un 8-5 en el alargue permitió el 103-100 que le dio a Miami la chance de forzar un séptimo juego. A pesar que el ala-pivote registró 24 puntos y 12 rebotes en aquel encuentro definitorio, el equipo no pudo evitar el 95-88 en territorio rival. La primera y única caída en una serie de finales.

LA REVANCHA MÁS DESEADA

Tim Duncan ganó el quinto título de su carrera en 2014.
Tim Duncan finalizó su carrera con cinco títulos en la NBA (FOTOGRAFÍA gentileza El País).

San Antonio encaró la temporada 2013-14 con la intención de tener su venganza tras aquella dolorosa caída. Desde el primer día, cuando Popovich hizo que el equipo vuelva a ver aquel sexto juego de la serie, la mirada estuvo puesta en un cruce con el Heat en las finales. El equipo analizó cada error, cada falencia y embarcó su rumbo con aprendizajes que marcarían el andar de la campaña. El aspecto principal que había fallado era la falta de pase en una ofensiva que había sido basada en este recurso. El conjunto texano abandonó su fórmula en los momentos cruciales, se alejó de la identidad que lo puso a un pasito del título.

Esa mirada cambió el acercamiento de Duncan en la 2013-14. El ala-pivote se entregó a la idea colectiva de buscar el mejor tiro posible, lo que quizás no se plasmó en las estadísticas, pero era notorio en el juego. Terminó la fase regular con 15,1 puntos, el segundo registro más bajo de su carrera por aquel entonces. A su vez, elevó su promedio de asistencias a 3,0 por juego.

 

El equipo texano estuvo en una misión y supo enfrentarse a cada adversidad para dominar la competencia. 62-20 para ingresar a los Playoffs como el mejor de toda la liga, aunque en primera ronda tuvo su mayor escollo. Dallas Mavericks, el histórico rival de la franquicia, lo llevó a siete juegos con un gran Dirk Nowitzki a la cabeza. No obstante, el séptimo terminó en manos de San Antonio en lo que fue su mejor encuentro de la serie. Luego, el camino a las finales se completó con un 4-1 a Portland Trail Blazers y un 4-2 al Oklahoma City Thunder.

Así, la mesa estuvo servida para la revancha ante un Heat que había tenido problemas físicos. LeBron James intentó hacer lo que pudo para escapar al inevitable final. San Antonio abrió la serie con un triunfo ante su gente, perdió la ventaja de localía en el segundo, pero hizo destrozos en Miami con dos triunfos contundentes. Si bien el quinto partido inició con una desventaja de 17 para el conjunto de Popovich, una levantada liderada por Ginóbili marcó el camino al 104-87 que posibilitó la quinta conquista. Duncan cerró su último paso por las finales con medias de 15,4 puntos, 10,0 rebotes, 1,6 robos y 1,2 tapas.

 

SUS ÚLTIMOS AÑOS

Duncan jugó dos años más tras aquel quinto anillo en su carrera. La 2014-15 la afrontó con el objetivo de lograr un bicampeonato, algo que le había sido esquivo en toda su carrera. Mantuvo un buen nivel (13,9 puntos y 9,1 rebotes), lo que le permitió redondear sus hitos. El número 15 definió su temporada. Esa fue su número de selección al Juego de las Estrellas; su selección a uno de los tres quintetos ideales -su 2° presencia en el tercero de ellos- y su presencia en los quintetos ideales defensivos -7° en el segundo quinteto-.

San Antonio logró ingresar a la postemporada con una marca de 55-27, pero tuvo una eliminación tempranera. Los Clippers de Doc Rivers sorprendieron al vencerlos por 4-3 en la primera ronda, principalmente gracias a un tiro icónico de Chris Paul. Duncan promedió 17,9 puntos, 11,1 rebotes, 1,4 tapas y 1,3 robos en 35,7 minutos por juego.

 

Todos esperaban que el ala-pivote diga adiós al finalizar su contrato en 2015, pero renovó contrato por un año y un segundo con opción de jugador. San Antonio encaró aquella 2015-16 sabiendo que el ocaso del interno era evitable, por lo que sumó a LaMarcus Aldridge para acompañarlo y quitarle presión. Popovich limitó sus minutos, llevándolo a medias de 8,6 rebotes y 7,3 tapas en 25,2 minutos por noche.

Tim Duncan cerró aquella fase regular como el número de los Spurs en: partidos jugados (1392); cantidad de minutos disputados (47.368); puntos anotados (26.496); tiros de campo (10.285); tiros libres (8468); rebotes totales (15.091), defensivos (11.232) y ofensivos (3859); tapas (3020); títulos obtenidos (5) y MVPs sumados (2). La mayor referencia de la franquicia dentro de la cancha.

Un 67-15 en fase regular invitaba a pensar que San Antonio disputaría la final de conferencia del oeste contra Golden State (73-9 en aquel entonces). El equipo texano tachó a Memphis en la primera ronda (4-0), pero quedó en la puerta de la clasificación a la definición. El tándem de Kevin Durant y Russell Westbrook puso fin a las aspiraciones del equipo de Popovich. Un letal 113-99 en la noche del 12 de mayo del 2016 marcó silenciosamente el final de la carrera de Tim Duncan.

El punto final fue conocido un mes más tarde. La franquicia le ofertó aceptar la opción de jugador siendo consciente que su próximo paso era la retirada. El 11 de julio del 2016, en plena agencia libre, el ala-pivote oficializó el secreto a voces. El mejor jugador de la historia de los Spurs ya era parte del pasado porque se había retirado.

La partida fue como Duncan soñaba. Sin último partido confirmado, compitiendo al máximo hasta el último día y con el tono descafeinado de un comunicado emitido un lunes por la mañana. Una salida acorde a su forma de ser, un paso -trascendental- más en su vida.

EL RETIRO DE SU CAMISETA

La remera de Tim Duncan cuelga en el techo del AT&T Center desde diciembre del 2015 (FOTOGRAFÍA gentileza NBA.com).

Como todos esperaban, San Antonio no perdió el tiempo y una vez anunciado su retiro inició los preparativos para el retiro de su camiseta. Desde aquel 18 de diciembre del 2016 que la camiseta número 21 cuelga en el techo del AT&T Center. La octava de las diez musculosas honradas por la organización. Más tarde sus grandes compañeros, Manu Ginóbili y Tony Parker, se sumaron a la lista.

Allí Popovich definió cómo fue su liderazgo en unas pocas palabras. Primero marcó: «Cuando llegó a San Antonio comunicarse con Timmy era como a través de telepatía. Le decía algo y me miraba (…). No estaba seguro si me prestaba atención, pero con el correr del tiempo me di cuenta que entendía todo. Quizás estaba de acuerdo con la mitad de las cosas, pero era tan respetuoso que no decía nada hasta después. No lo hacía en frente del equipo». Entre lágrimas añadió: «Sabía que era duro y él nunca dijo nada. Eso me permitió dirigir como lo hago. Si tu superestrella lo puede hacer, el resto se debe mantener callado».

Posteriormente mencionó que su empatía y manera de ser marcó una manera de ser para toda la organización. «Tenía la habilidad para liderar con tranquilidad y dignidad, lo que lo hizo mucho mejor para todos. El último comentario que haré sobre él es que el señor y la señora Duncan (que en ese entonces habían fallecido) pueden estar tranquilos que es el chico con la misma actitud que ellos criaron».

 

SU FUGAZ TRABAJO COMO ASISTENTE

Una vez que Tim Duncan finalizó su carrera como jugador, siempre acompañó al equipo. El centro de entrenamiento de los Spurs estuvo abierto para él cuando quiso. Se acercó constantemente para acompañar a interiores o dar mensajes a los jóvenes. Le gustó la comodidad de poder asistir, saludar a Popovich y aportar su granito de arena.

Tal es así que Popovich le ofreció ser entrenador asistente con cargo full-time. El 22 de julio del 2019 asumió el rol oficialmente, siendo el segundo asistente del elenco por detrás de Becky Hammon. Timmy fue uno de los coordinadores defensivos del equipo, además de ser encargado del desarrollo de interiores. LaMarcus Aldridge y Jakob Poeltl fueron algunos de los jugadores que trabajaron junto a él durante su paso.

Se dio el gusto de dirigir un partido y ganarlo. Popovich se ausentó a un juego frente a los Charlotte Hornets por motivos personales en la noche del 3 de marzo del 2020. Duncan asumió el rol de entrenador interino y el equipo remontó para conseguir un 104-103 en la casa del equipo de Carolina del Norte. No obstante, tras la pandemia y la primera ausencia a Playoffs en 22 años, Timmy decidió abandonar el cargo.

 

Los años pasarán y distintos jugadores se perfilarán a ser leyendas. Pero pocos, casi ninguno, podrán superar el aporte de Tim Duncan. Ya sea con una mirada, un consejo o con su interminable cuota de talento, demostró que podía ser un líder. El líder silencioso que nunca quiso ser y que siempre fue.

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