Los Lakers recuerdan las finales de 1984 con un gusto amargo. Un durísimo revés ante los Boston Celtics cuando tenían el afán de recuperarse del golpe recibido por los Sixers en 1983. No obstante, un punto positivo de aquella definición llegó en el tercer punto de la serie.
Tras repartir un triunfo por lado en el primer par de juegos en Boston, el elenco de Pat Riley volvió a casa para intentar tomar la ventaja. Esa diferencia mínima la concretó de la mano de Magic Johnson con un partido de antaño en aquella noche del 3 de junio de 1984. El base repartió 21 asistencias, el récord en un juego de finales en la NBA, para marcar el camino al 137-104.
Una paliza liderada por un hito que se mantiene vigente casi 40 años después. Como si fuese poco, fue la peor derrota de los Celtics en finales; un margen de 33 puntos que se coló entre los siete juegos con más diferencia en la instancia.
Aquel fue uno de los mejores partidos de Magic en su carrera. El base no sólo estableció el récord definitivo de asistencias en un partido de finales, sino que también lideró al equipo en rebotes (11). A su vez, sumó 14 puntos para firmar un triple-doble. Fue uno de los siete jugadores que registró doble dígito en anotación por parte del dueño de casa. Kareem Abdul-Jabbar lideró el rubro con 24 tantos para los vencedores.
Boston no tuvo respuestas para el poderío mostrado por el histórico base. Larry Bird encabezó a la visita con 30 puntos, siete rebotes y tres robos, pero la falta de apoyo impidió que el conjunto de verde festeje. El alero luego recriminó la forma que jugó su combinado: «Hoy jugamos como ‘sissies’ (mariquitas)». Para su alegría, el elenco de Red Auerbach respondió a su curioso llamado de atención y ganó tres de los cuatro juegos posteriores. Fue el 15° título de la franquicia en su historia.