Europa tiene 52 países a pesar que tres de ellos (Gibraltar, Islas Feroe y “Svalard y Jan Mayen”) son reconocidas como colonias por la ONU. 38 de esos 52 tuvieron la dicha de posicionar al menos a un jugador en la NBA. Una de ellas es Dinamarca, que en la temporada 2021-22 vio el debut de Gabriel Lundberg con los Phoenix Suns. El escolta cortó la sequía con cuatro apariciones antes de volver al viejo continente.
No obstante, mucho antes de su paso fugaz hubo un jugador de raíces danesas en la mayor liga de básquetbol. Vern Mikkelsen era el hijo de Michael Mikkelsen, pastor danés localizado en Askov. Su hijo nunca adoptó la doble nacionalidad, pero creció en una comunidad danesa. Mamó sus tradiciones y costumbres a pesar de localizarse a 6722 kilómetros de Copenhague, la capital de Dinamarca.
El pequeño Vern creció hasta 2,01 metros y fue uno de los primeros ídolos de los, por entonces, Minneapolis Lakers. Forjó un cuarteto temible junto a George Mikan, la primera gran estrella de la NBA, como Slater Martin y Jim Pollard. Cuatro títulos avalan su ingreso al salón de la fama como el retiro de su musculosa número 19 por parte de la franquicia.
EL NIÑO PRODIGIO QUE NO SABÍA JUGAR AL BÁSQUETBOL
Arild Verner Mikkelsen nació el 21 de octubre de 1928 en Fresno, California. No obstante, por la conexión de su padre de Michael con la iglesia luteriana y protestante, se mudo rápidamente a Askov. Creció en un pueblo pequeño que contaba con 300 personas, según lo que luego contó en su libro “The Vern Mikkelsen Story” (2006). Una comunidad marcada por las raíces danesas, la religión que llevaba a la asistencia obligatoria al templo cada domingo, la educación y el deporte.
El joven Vern no se interesó en la actividad física durante sus primeros años. Pasaba las largas y frías tardes de Minnesota estudiando como pocos. Un niño prodigio, con gran facilidad para conocer sobre todo. Como toda persona que resalta del resto, tenía a quienes generaba admiración y otros que, como mínimo, no terminaba de agradar. Orgullo de la familia Mikkelsen por su reconocimiento a partir de su inteligencia.
Con el paso del tiempo, aquel niño pequeño se transformó en un adolescente tan alto como torpe. Abandonó las marcas en la pared para conocer su altura porque llegó un momento que era imposible medirlo. Más tarde sabrían su altura: 2,01 metros (6’7 pies).
Su altura lo podía llevar a practicar deportes: básquetbol o natación. El último de ellos descartado por el frío intenso del estado de Minnesota. El primero le despertó interés un domingo cualquiera después del sermón de su padre en la iglesia. «Entré al gimnasio y había unos chicos jugando (…). Quería hacerlo y me invitaron. Agarré la pelota y empecé a correr con ella. Ellos me gritaron. No sabía qué era el ‘traveling’ (la regla de los tres pasos)», recordó en su libro con cachetes colorados.
Se fue acomodando a medida que progresó en sus estudios. A los 16, un año antes de la edad tradicional, ya estaba graduado. La Universidad de Minnesota le ofreció una beca, pero se vio agobiado por su tamaño como campus. Se inclinó por la Hamline University en Saint Paul, Minnesota, donde hizo la Licenciatura en Psicología.
ALL-AMERICAN Y PICK TERRITORIAL
A diferencia de la Universidad de Minnesota, la de Hamline estaba localizada en la segunda división de la NCAA. Como Vern Mikkelsen no era un jugador llamativo desde su velocidad, tomó la posición de pivote. No le permitían picar el balón, recordó en su libro. Sólo podía recibir en el poste, girar y tirar o pasarla.
Con el correr del tiempo, los entrenamientos y partidos se fue volviendo un especialista. Promedió 16,7 puntos en su tercer año, además de desarrollar un más que aceptable tiro libre para castigar las faltas recibidas.
Su mejor campaña llegó en su año senior. 17,3 tantos, un 53,8% en tiros de campo y 85,4% en tiros libros. Mikkelsen ya era un especialista en el puesto, como una de las grandes caras de Estados Unidos. Lideró a Hamline a la conquista del NAIA de 1949. Además, hizo el trabajo para ser elegido como All-American, premio a los mejores deportistas universitarios del país.
Para el 21 de marzo de 1949, el día del Draft de la BAA, todos ya sabían sobre él en Minnesota. Minneapolis Lakers se hizo con sus servicios a través del pick territorial en el 11° puesto. Se ahorró la adaptación al cambio de lugar. ¿O no?
¡A JUGAR DE FRENTE!
Vern Mikkelsen se sumó a unos Lakers que venían de ser campeones en la BAA. Había una gran expectativa por verlo jugar al lado de George Mikan. Aunque también había una gran duda: ¿encajarían juntos? La primera leyenda de la liga también era pivote, por lo que Mikkelsen iba a tener que acostumbrarse a otro puesto.
John Kundla, el entrenador del elenco, lo tenía claro. Mikan era el pivote titular, mientras que Jim Pollard ocupaba el de alero. La nueva incorporación debía jugar de ala-pivote, cerca de su posición original. Pero, también tenía que hacerlo de frente para no reducirle espacios a su mayor estrella. Aquel chico tímido que nunca había picado una pelota en competencias oficiales debía hacerlo al máximo nivel.
Incluso para sorpresa suya, no tardó en adaptarse. Si bien recuerda que su rol principal pasaba por bajar rebotes para anotar, se acostumbró rápido. Cerró su primer año con 11,6 puntos de media en la ahora llamada NBA. Fue seleccionado por el segundo quinteto ideal de la liga.
Sin embargo, su gran aporte pasó por la defensa. Aprendió a dominar su cuerpo para poder marcar a los mejores del planeta, pese a que cometía varias faltas. Un aporte clave para el equipo que tuvo la segunda defensa más eficaz del certamen. El 51-17 en la fase regular como siete triunfos consecutivos en Playoffs lo pusieron en sus primeras finales.
Su mejor juego de la primera campaña llegó en el tercer encuentro de las finales ante Syracuse Nationals. Con el cruce 1-1 tras el primer paso de la serie por Syracuse, Mikkelsen aportó 27 puntos, tan sólo uno menos que Mikan, en el festejo por 91-77. El combinado lagunero ganó en sus otras dos apariciones frente a su gente para ser bicampeón.
ESTRELLA Y TRICAMPEONATO
Después de un gran arranque, Vern Mikkelsen siguió mejorando en su segundo año. Mejoró sus promedios a 14,1 puntos, 10,2 rebotes y 2,8 asistencias. Fue seleccionado a su primer Juego de las Estrellas como el segundo quinteto ideal de la NBA. Sin embargo, el combinado Laker no pudo repetir el campeonato. Un 4-2 adverso ante Rochester Royals en la final divisional lo privó hasta de decir presente en la gran definición. Su verdugo se alzó con el título.
La historia arrancó bastante similar en la temporada 1951-52. El ala-pivote (15,3 puntos y 10,3 rebotes) marchaba a una nueva presencia en el Juego de las Estrellas como al elenco de los mejores de la liga.
Sin embargo, había una gran paridad entre Lakers y los vigentes campeones, lo que llevó a John Kundla a sacar un conejo de la galera. El 27 de enero de 1952 sumó al escolta Pep Saul desde los Baltimore Bullets. Su llegada profundizó al equipo que cerró con un 40-26 en la fase regular, sorteó a Olimpians (2-0) en la primera ronda de los Playoffs y tuvo su revancha en la final divisional ante los Royals (3-1). Un ajustadísimo 4-3 en la definición ante los New York Knicks hizo posible un nuevo campeonato.
Aquel año el equipo inició una racha de dos títulos consecutivos. Mikkelsen tuvo una gran campaña en la 1952-53 donde volvió a ser All-Star como integrante del segundo quinteto ideal. Sin embargo, su rol disminuyó en la 1953-54 por la gran cantidad de faltas que cometía (4,1 por juego). Así no tuvo mayores reconocimientos en el año del tricampeonato. Poco le importó después de alzar el trofeo por tercera vez consecutiva.
EL CAPITÁN QUE IMPIDIÓ LA LLEGADA DE BILL RUSSELL
La 1954-55 llegó con un giro gigantesco para los Lakers. George Mikan anunció su retiro tras el tricampeonato y tomó el lugar de gerente general de la franquicia. Jim Pollard le afirmó a Mikan que iba a disputar una campaña más para hacer más viable la transición a una nueva era. Así, todas las miradas apuntaron a Vern Mikkelsen, quien debía hacerse cargo del puesto de capitán que quedó como vacante.
Mikkelsen abrazó su nueva posición. Tanto Kundla como Mikan se sorprendieron de la facilidad que tuvo para volverse un líder. Fue uno silencioso, que marcaba la ética de trabajo desde el ejemplo. Incluso, por momentos, ascendió al puesto de pivote para darle una mano al recientemente llegado Clyde Lovellettte. Fue la cara principal de un equipo que firmó un 40-32 en la fase regular. El combinado sorteó a Rochester Royals (2-1) en su inicio en los Playoffs, pero cayó en la final divisional ante Fort Wayne Pistons (3-1). Semejante aporte como medias de 18,7 puntos y 10,2 rebotes por noche le dieron una nueva convocatoria al All-Star como su cuarta y última presencia en los quintetos ideales.
La temporada 1955-56 fue la más complicada. Un 33-39 marcó el andar de la franquicia de Minneapolis. El conjunto lagunero venció a Saint Louis Hawks en el tiebreaker que le dio la ventaja de localía y luego cayó en su debut en Playoffs… ante el mismo rival.
Ante esta situación, Boston Celtics se mostró interesado en ficharlo. Su aporte defensivo como dureza le encantaba a Red Auerbach, entrenador del combinado celta. Tal es así que el equipo ofreció los derechos de Cliff Hagan, Frank Ramsey y Lou Tsioropoulos a Lakers. Ben Berger, dueño de la franquicia, quería aceptar pero antes de tomar la decisión se acercó a Mikkelsen.
Sobre esta situación habló en su libro: «Fue el mejor gesto que hizo un dueño, más allá que haya sido una decisión estúpida desde el lado del negocio. Me gustaba Minneapolis y dije que no. A cambio, Boston envió a Ed Macauley y los derechos de Hagan a Saint Louis a cambio de su primera ronda. Eligió segundo, un puesto antes que nosotros, y fichó a Bill Russell».
LÍDER DE UNA TRANSICIÓN CON SORPRESAS
La temporada 1956-57 no fue mejor que la anterior en su fase regular. El combinado de Minneapolis ganó apenas un partido más (34-38) e incluso cayó en el tiebreaker ante Saint Louis. Condenado a enfrentar al mejor de la división, Fort Wayne Pistons, en su debut en Playoffs. No había ni la más mínima expectativa de ganar.
Pero Vern Mikkelsen fue el líder que necesitaba el equipo en ese escenario. Guió al equipo a un 131-127 ante su gente para soñar con un batacazo. Dos días más tarde, en Fort Wayne, tuvo una de sus peores producciones anotadoras (9 puntos). Pero, defendió como pocos para encabezar el 110-108 que consumó el pasaje a la final divisional. Ahí no hubo sorpresas: 3-0 para Saint Louis Hawks.
Tuvo su último gran año personal en la 1957-58: 17,3 puntos y 11,2 rebotes por noche. Poco le importó ya que este rendimiento fue eclipsado por un adverso 19-53. Fue el primer año en que el equipo se ausentó a la postemporada. También el primero con Bob Short como dueño de la organización.
El último año de Mikkelsen como profesional fue en la campaña 1958-59, la primera del prometedor Elgin Baylor. El ala-pivote fue el padrino de la nueva joya de los Lakers. Le mostró la ética de trabajo como lo insertó a un grupo consolidado. A partir de esa química probablemente logró la última gran sorpresa de su etapa: presencia en las finales ante los Celtics tras un 33-39 en la fase regular. No se pudo retirar con un anillo porque al combinado de Minneapolis le faltaba un pivote que le pueda hacer frente a Bill Russell. El mismo Bill Russell que pudo ser de los Lakers si él iba a Boston.
UN ACUERDO MILLONARIO DESPERDICIADO
En junio de 1959, a meses de cumplir 31 años, anunció su retiro. Bob Short intentó persuadirlo para seguir como jugador y coach. El dueño estaba forjando la relocalización en Los Ángeles y necesitaba a alguien que lo ayude dentro de la cancha.
Para aquel entonces Vern Mikkelsen estaba casado con su esposa, Jean, y tenían dos hijos (Tom y John). Él estaba muy cómodo en Minneapolis por lo que rechazó dos veces la oferta. Primero pidió 50 mil dólares sabiendo que Bob Short no podía pagar semejante dineral. El dueño replicó por la mitad -25 mil dólares- y hacerlo dueño minoritario de la franquicia. Recibiría el 25% de las acciones. Una oferta tentadora que también desechó.
El desenlace de esta historia aparece en su libro: «Cinco años más tarde, bajé a desayunar y mi esposa estaba leyendo el diario. Un titular decía: ‘Short vendió a los Lakers a Jack Kent Cooke por 5,5 millones de dólares’. Ella se dio cuenta rápidamente cuánto valía el 25%». Hubiese cobrado casi 1,4 millones de dólares, más de lo que ganó en toda su carrera.
Mantuvo una vida sencilla y radiante hasta su deceso en la tarde del 21 de noviembre del 2013. En el camino superó batallas contra las diabetes, un cáncer de próstata y hasta el mismo fallecimiento de su esposa en 2004. A sus hijos, quienes lo acompañaron hasta su último respiro, les dejó un mensaje: «Sigan haciendo lo mejor que puedan de lo que sea que trabajen. Todos tenemos la obligación de cuidarnos y vivir la vida más larga posible, respetando cada día como un regalo en el cual compartimos las cosas simples y significativas con nuestras familias, amigos y comunidades». Su camiseta número 19 cuelga en el estadio de los Lakers como parte significativa de la historia de la franquicia más popular de la NBA.